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El Telégrafo

La lucha, ideología del socialismo

09 de julio de 2012 - 00:00

La última década en América Latina trajo el retorno de categorías socio-políticas que para algunos estaban derrotadas en todo sentido; sin embargo, ese retorno para otros significaba, nuevamente, la posibilidad de un mundo diferente.

Algunos, que después de la caída del llamado “socialismo real” no supieron donde refugiarse ideológicamente y se perdieron en las marañas etéreas del post-modernismo culturalista y despolitizador; otros, sin muchos tapujos se trasladaron a los sectores liberales o conservadores; y otros que encontraron en el etnicismo originario el último refugio de un socialismo milenarista.

Esto develaba los alcances y límites de las lecturas y las acciones de quienes se catalogaban como socialistas. En el caso ecuatoriano, esas luchas no fueron más que otro modo de proceder en la búsqueda de completar las transformaciones liberales de Alfaro. Liberalismo y socialismo en el Ecuador no han tenido fronteras políticas e ideológicas claras.

Para algunos la denominación de socialistas ha bastado para considerarse puramente diferentes. Y esta vieja práctica de moralización ha llevado a discusiones acerca de quiénes son socialistas fieles y de verdad, quiénes son marxistas puros o más fieles al barbudo de Tréveris. Ese purismo esencializador extirpa las cualidades críticas de la praxis socialista. Aún persisten en el ambiente político las viejas prácticas del criticado socialismo estalinista. Aún persiste la mirada de la conducción histórica de las vanguardias y más aún el rol de los intelectuales “comprometidos”.

El propio pensamiento socialista ecuatoriano no ha realizado sus actos liberadores de aquellos que se autoconsagraron como los gestores del pensamiento distinto en el país. Aquellos que buscaron y se consagraron en buscar seguidores y discípulos; aquellos que demandan un parricidio generacional en el pensamiento social ecuatoriano, pero aún siguen entronados y pretendiendo mover los hilos de la historia local.

El socialismo está en permanente disputa y, por tanto, pensar que un socialismo es más socialista que otro es bazofia ecléctica, como afirmaba Lenin. El socialismo del siglo XXI, más allá de las ambiciones del teórico Dietrich, es un algo que se disputa por fuera de su denominación. La lucha contra el capitalismo pasa por profundizar el análisis de la economía política en los tiempos de un capitalismo diversificado a nivel global.

Pensar un solo capitalismo es ocultar las asimetrías el carácter histórico del mismo. Y, en consecuencia, las formaciones democráticas, como los propios movimientos sociales. Poco interesa que el socialismo del siglo XXI ya estaba en el XIX; lo que interesa es profundizar y radicalizar las contradicciones sociales para presionar el despliegue de las fuerzas sociales. El socialismo no es un destino, ni un fin, solo un medio para algo que aún desconocemos pero que exigimos que sea la entrada a una nueva historia.

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