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El Telégrafo
Edmundo Vera Manzo

La integración latinoamericana y el enanismo sirviente (5)

20 de septiembre de 2014 - 00:00

Si el Manual del Perfecto Idiota Latinoamericano pretende ser una crítica a las tesis de personas honestas, rebeldes y revolucionarias que se han identificado contra las injusticias y por la integración latinoamericana, el nuevo libro El Regreso del Idiota, publicado en 2007, centra sus ataques y persecuciones contra los principales líderes de la izquierda desde mediados de la década del 90 hasta la publicación del libro.

Ubicándose en la extrema derecha política la crítica va contra todos los que huelan algo de izquierda. Es un libro meticuloso de sabuesos ideológicos que no deja casi ningún argumento sin criticar, sin intentar burlarse. Sin embargo, las embestidas se centran contra los que llaman la ‘izquierda carnívora’ (Fidel Castro, Hugo Chávez, Evo Morales y Rafael Correa) y son benévolos y llegan a  recomendar a la ‘izquierda vegetariana’, representada por los chilenos Ricardo Lagos y Michelle Bachelet, el uruguayo Tabaré Vásquez y el peruano Alan García. “Esta izquierda -como sostiene el prologuista y apologista Mario Vargas Llosa- ya dejó de ser socialista en la práctica y es, en estos momentos, la más firme defensora del capitalismo -mercados libres y empresa privada-, y, felizmente, se ha resignado a la democracia y el mercado”.

El punto clave que hace la diferencia entre estas dos izquierdas es el mercado. Dejar en libertad absoluta al mercado para que se autorregule es dejar en libertad para que empresarios más poderosos dominen y eliminen a los más débiles, es dejar en libertad para que los tiburones devoren a las sardinas. Los países atrasados y dependientes, donde existe mayor libertad de las empresas para hacer lo que quieran, indudablemente atraen más inversionistas para aprovechar las oportunidades de los países que se venden más barato o que se regalan; posiblemente proporcionan más trabajo, pero con pésimos sueldos y malas condiciones laborales y una extraordinaria destrucción ambiental.

Es pan de hoy, hambre de mañana. El problema es que la mayor parte de la riqueza nacional se va al extranjero. La llamada ‘izquierda vegetariana’ se identifica más con los mercaderes extranjeros que con el pueblo de los países expoliados. La ‘izquierda vegetariana’ es inofensiva, perdió los dientes y colmillos, no puede defenderse ni atacar. Se acostumbró a las limosnas, regalos, préstamos con cadenas. Perdió la dignidad, la independencia nacional y una integración liberadora. Acepta los límites impuestos por las potencias extranjeras y las transnacionales. Vive solo de las sobras y de lamer los huesos que le entregan sus amos. Acepta y vive en una prisión porque le es más cómodo. No se atreve a cambiar el statu quo. Se autoengaña y pretende engañar a los demás, aparentando ser lo que en realidad son. Herbert Marcuse decía que “hay personas que no necesitan policías, los llevan adentro”. Para los autores, los latinoamericanos ideales son aquellos que, por un trabajo de poca o alta jerarquía, acepten como normal y hasta beneficioso el saqueo de sus países “con tal de que den trabajo”.

La verdadera inversión es aquella que fortalece a la integración y creación de un solo estado continental en América del Sur, Central o unidos todos. Obras que nos unan como carreteras, electrificación, puertos, aeropuertos, escuelas, universidades, industrias para la transformación de las materias primas, programas culturales al servicio de un gran país y no de paisitos enanos. Que la mayor parte de las ganancias y las plusvalías fortalezca a nuestros Estados, así dejaremos de ser enanos sirvientes. Arturo Jauretche, gran pensador argentino, decía: “Hasta los ladrones pueden ser patriotas, si lo que roban lo invierten en su país”.

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