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El Telégrafo
Edmundo Vera Manzo

La integración latinoamericana y el enanismo sirviente (2)

30 de agosto de 2014 - 00:00

‘Enanismo o integración’ fue la disertación de Alberto Methol Ferré en la Universidad de la República Oriental del Uruguay en marzo de 2007, donde examinó con originalidad las raíces del enanismo de Latinoamérica y el Caribe.

Reproduciré fragmentos sobre el tema para que sean más conocidos por el público ecuatoriano y latinoamericano.

“El hecho es que, desde que se acabó el ciclo de la Independencia, fuimos países separados. Ese es el hecho básico. Y seguimos siendo separados. Y durante muchos años no nos importó y ahora nos importa.

¿Y por qué? ¿Por qué nos importa? ¿Qué raíces tiene esta preocupación general en todos nuestros países de integrarnos? ¿Cómo apareció eso y por qué apareció? Parece útil hacer un racconto histórico. Las cosas se comprenden y nos comprendemos, si somos autoconscientes de que nuestra actualidad no es solo actual, sino que es una actualidad histórica; hija de procesos históricos, de rutas y caminos múltiples. De alguna forma intentaré hacer una ‘hipersíntesis’, pero que dé sentido a la importancia de la integración.

Efectivamente, nada más importante que la integración. Hoy, sudamericana, y más adelante, latinoamericana”…“Las guerras de la independencia fueron ‘interveníos los unos a los otros’, y acompañaos en una intervención perpetua, entre cada uno de nuestros países. Y así se logró la independencia, que paradójicamente fue la separación absoluta. Entonces, primer asunto, la independencia fue vista por los independizadores máximos: Bolívar, San Martín, Artigas, O’Higgins… y muchos más, como un enorme fracaso. Un gran fracaso. Su fracaso. Bolívar acabó diciendo, en sus últimos días: ‘Hemos arado en el mar, hemos perdido todo, menos la independencia’.

O sea: hemos perdido las condiciones para ser independientes, por la separación. No comenzó la independencia como lucha por la separación, sino que el fracaso de la independencia fue el fracaso de los libertadores en no lograr mantener la integración anterior, dándole nuevo sentido. Digamos, un solo ámbito se convirtió en una veintena de ‘ámbitos’, ‘ambititos’…”. La independencia era sublevación en enormes virreinatos y capitanías, que terminan en una mayoría de países ‘enanos’. Artigas no pensó nunca en el Uruguay solo.

Jamás. Uno entra a sospechar: Si Artigas fue el gran luchador por la independencia, ¿cuál es nuestra independencia? Parece que es un rubio del norte, que era un lord inglés. Y el rasgo de la época de la independencia es que en cada país aparecido está algún gentleman inglés. No exactamente un lord, pero por lo menos un conjunto de comerciantes ingleses. La aventura de la independencia terminó en una atomización gigantesca.

Hubo una descomposición en el imperio español, hispano, que resultó en un conjunto de polis oligárquicas: ‘Estados-ciudad’ que dominaban gigantescos espacios casi vacíos. Cuando se inicia nuestra independencia había doce o quince millones de habitantes en toda América Latina. Imagínense hoy, somos como cuatrocientos y tanto y está casi vacía... ¡cómo estaría en la época de la independencia! En realidad: las repúblicas resultantes eran ciudades que dominaban espacios gigantescos. Ciudades antiguas, porque el modelo de la fundación de las ciudades y las estructuras de nuestras ciudades venían de la polis griega y de la ciudad romana, pues a través de las leyes de Indias se mantiene el arquetipo de la ‘ciudad mediterránea’, que es la base de todos nuestros países.

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