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El Telégrafo
Juan Cárdenas Espinoza

La incertidumbre de la ciencia

23 de abril de 2014 - 00:00

Iniciaron sus actividades académicas tres de las cuatro universidades creadas de conformidad con la nueva Ley de Educación Superior, con exigentes estándares curriculares que apuntan hacia el cambio de la matriz productiva como el único camino para que la Universidad ecuatoriana cumpla con la misión de formar el pensamiento crítico y moldear el conocimiento universal aplicado a los grandes objetivos nacionales.

Este nuevo concepto se somete ineludiblemente al rigor de la excelencia. Solo así se justificará la cuantiosa inversión oficial que le apuesta sin reparos ni recelo al desarrollo y construcción del Buen Vivir contando con actores muy nuestros, formados en el alma máter del desafío por la incertidumbre de la ciencia y no por las certezas de la rutina y, sobre todo, sin miedo al error, para que la opción de la investigación se convierta en la dialéctica como el único método que ofrezca la constatación.  

Yachay, Ikiam, de las Artes y la UNAE vinieron para quedarse entre los demás centros superiores, cuya gestión y rendimiento han sido evaluados con resultados que les obliga a una permanente superación hasta alcanzar la excelencia académica. En el Austro entró en funcionamiento la UNAE como la universidad de maestros para maestros, con la misión de formar en la academia al magisterio con verdadera inspiración vocacional, capaz de concitar la revolución del conocimiento gestado únicamente en las aulas de la investigación científica. Es la pretensión del gobierno de la Revolución Ciudadana que sueña con ubicar a nuestras universidades, por lo menos, entre las cien mejores del planeta.

En Chuquipata, de la provincia del Cañar, se emplaza la primera universidad para docentes con una imponente planta física y lujosas instalaciones, cuya inversión se acerca a los 500 millones de dólares para albergar a estudiantes y profesores nacionales y foráneos, con residencia digna, cómoda y gratuita para ambos, desvirtuando la ‘lógica’ de los empresarios que han asumido la gestión universitaria como una lucrativa empresa y las hicieron funcionar en el reciente pasado hasta en garajes. Y hay gente que defiende esa farsa. Las nuevas universidades no han venido para desaparecer a las existentes, pero llegó la hora de privilegiar la eficiencia y la permanente evaluación para que la ‘U’ nos muestre el camino por donde debe transitar la patria de todos.

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