En abril del presente año, el Centro de Pronóstico del Clima, de la Administración Oceánica y Atmosférica de Estados Unidos (NOAA), divulgaba la preocupante información sobre la existencia de “más de un 50% de posibilidades para que el fenómeno de El Niño se haga sentir en el presente año”.
En el inicio del presente mes, los diarios informaban sobre la reunión de académicos para analizar la información de las posibilidades de la presencia del fenómeno El Niño en la actual temporada de lluvias, y al parecer, la investigación existente no daba mayores indicios para aumentar la preocupación.
En nuestras latitudes, la temporada normal lluviosa depende de la influencia de varios factores, como son el denominado cinturón de lluvias tropicales, el cual oscila en el curso del año desde el norte hacia el sur de los trópicos, modificándose su presencia por los vientos y las corrientes marinas de Humboldt y El Niño, llamada así porque su presencia se manifiesta en diciembre.
El fenómeno El Niño es un evento climático cíclico y periódico que provoca estragos a nivel mundial, se inicia en el océano Pacífico tropical, cerca de Australia e Indonesia, alterando con ello la presión atmosférica en zonas muy distantes entre sí, modificándose la dirección y velocidad de los vientos, así como el desplazamiento de las zonas de lluvias a la región tropical.
Durante el fenómeno El Niño los vientos alisios se debilitan o dejan de soplar, la máxima temperatura marina se desplaza hacia la corriente de Perú (Humboldt), que es relativamente fría y la mínima temperatura marina se desplaza hacia el sureste asiático. Esto provoca el aumento de la presión atmosférica en el sureste asiático y la disminución en América del Sur.
Estos cambios ocasionan una disminución en la pesca durante algunos meses. Sin embargo, en algunos años, ese calentamiento es muy marcado y no solo afecta a los pescadores sino que también implica grandes lluvias o graves sequías. Los desastres causados por este fenómeno son de tal magnitud que probablemente fueron los que causaron la desaparición de culturas preincaicas muy desarrolladas en el norte de Perú. Y en nuestro país, las pérdidas ocasionadas por el fenómeno El Niño en los bienios 1982-1983 y 1997-1998 superaron los 200 millones de dólares en cada ocasión, según las estadísticas oficiales.
Para los agricultores, especialmente el pequeño productor, el desarrollo normal de la temporada lluviosa constituye un evento natural periódico de especial importancia, dependiendo del mismo su actividad económica. La eventual presencia de El Niño y sus consecuencias catastróficas restringen su actividad de supervivencia afectando su calidad de vida. La divulgación de la información del Estado sobre las posibilidades de la presencia de El Niño (motivo de preocupación de los agricultores) es de importancia general para establecer estrategias para enfrentar las catástrofes del evento y adopción de medidas y políticas para superar los estragos, restableciendo la capacidad de desarrollo del país.
