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El Telégrafo
Juan Francisco Román

La dicotomía antagónica llamada Ecuador

03 de agosto de 2021 - 00:58

Me confunde este país ¿a ustedes no? Estaba pensando en enlodarnos de nuevo en el tema de la justicia, en las decisiones judiciales que nos atacan y nos confunden, cuando debería ser lo contrario. Me siento en mi sofá y prendo la televisión un sábado por la mañana a escuchar que dicen sobre la situación jurídica del país, pero ahí está, una mujer, alzando el peso de un continente entero frente al mundo. La mujer más fuerte del mundo, es ecuatoriana.

Pero, volvamos al tema, por favor no se desconcentren. Un Contralor sentenciado y con grillete comparece a la Asamblea Nacional diciendo que es una farsa todo y que nada tiene que responder porque nada hizo. Una Asamblea Nacional que pretendió comprar autos de lujo porque los que tenían estaban dañados con apenas 6 años de uso. Me desconcentro, es que Neisi abrió su mano rota de tanto levantar peso y decía “mamá y hermano” y no puedo dejar escapar una lágrima y besar esa bandera linda que tenemos. Pero no me voy a desconcentrar, mis disculpas.

Entonces, seguimos en que un alcalde es y no es, una ciudad sumida en la falta de certeza de quién la lidera, acciones constitucionales emergentes fueron utilizadas contra toda lógica, la base para ser utilizadas es el rescate de derechos y el espíritu de la norma no se compadece con la situación del señor, vuelvo a leer la ley y se me hace incomprensible. Ya estamos en domingo, sigo leyendo, sigo pensando ¡Esperen! Tamara se lleva otra medalla ¿Quién es Tamara? ¿Por qué no la conocemos? ¿Está en el podio? ¡Sí, está en el podio! Algo le cuelga en su pecho, algo brillante. Es una medalla.

Bienvenidos al Ecuador.

No quiero escribir sobre las penurias ¿no les parece que ya le damos mucha cancha a los que nos avergüenzan? Tamara y Neisi, el foco del mundo las reconoce por primera vez, sus apellidos salen en televisión. Es que para que el honesto y trabajador tenga foco de atención debe hacer algo extraordinario. Estas mujeres lo hicieron, llegaron donde nadie pensó.

Tengo que describirlo, perdonen mi melancolía, es que soy un enamorado empedernido de estas cosas que tan poco nos pasan, y tanta falta nos hacen.

Neisi toma aire, una bocanada de aire que la llena, está concentrada, es su oportunidad de levantar un peso enorme; agarra bien firme la barra y con una fuerza descomunal levanta el máximo peso. Hay un momento esencial, ella vuela, como lo escucharon, es tanta la fuerza con la que levanta que el peso que tiene que la eleva, son segundos, pero se suspende en el aire. Finalmente, sostiene las lágrimas de un continente roto en sus piernas. Lo logró, con eso, logró más de lo que cree. Grita desesperada, es que son años que salen de sus pulmones, es un grito que cala en la médula, está en el suelo, pero mira arriba. Una palabra que nos abraza el alma. Mamá.

Después, el turno de Tamara. Camina y sus pasos retruenan el piso, pega un grito ¿Se han preguntado por qué gritan así? Debe ser la liberación más transparente de todo lo que nos rodea. Pero ahí está, toma la barra y recuesta su peso en sus hombros, mira al cielo, levanta de nuevo al Ecuador entero. Lo logra, vuelve a caer, mira al cielo, agradece con un grito desesperado que despierta la consciencia.

Pero lo que más me deja perplejo es la mirada de ellas a la bandera y cuando entonan el himno nacional, les invito a que las miren, sus lágrimas no paran y sus cejas se arrugan. El dolor de tener el honor de ser ecuatorianos.

Esa es la dicotomía, esa es la contradicción. Entendemos los esfuerzos sobre humanos de los deportistas que, aún siendo abandonados, miran a la bandera con un orgullo que atormenta al corrupto y nos regresa a ese lugar, a ver a nuestra mamá siendo fuerte, a nuestras mujeres aguantando todo para ser iguales, contra todo pronóstico, contra la inequidad y violencia que las rodea y vaya que lo logran. Tamara y Neisi hicieron algo más que ganar una medalla, ellas nos levantaron a peso a todos y pusieron la frase que más me gusta: “sé fuerte como una niña”. Se ha roto un nuevo paradigma.

Aún me desconcentro, las malas noticias siguen y nuestros líderes continúan en un camino que no da más que mal ejemplo, pero ¡que bocanada de aire fresco! Ver a nuestros deportistas cacheteándonos con la palma de oro como diciendo: “despierten y levántense, nosotros cargamos con ustedes”. Somos ecuatorianos y podemos hacer lo que queramos es el mensaje de estos humildemente enormes seres humanos.

Cuantas lecciones enseñadas este fin de semana, espero que tú, el que roba, el que se mete la plata del bolsillo de los impuestos de la gente, si tú, el corrupto y corruptor, leas entre líneas lo que dos enormes mujeres te acaban de decir este fin de semana. Ecuador son ellas, la bandera les pertenece, las letras del himno fueron escritas para que ellas las entonen a nombre y en representación de nosotros, no tú y espero eso quede bastante claro.

Vivimos en este paraíso donde una mujer humilde puede alcanzar la cúspide de la gloria global por sus propios méritos y en el mismo momento un ladrón se roba la justicia a mano armada.

Seamos Tamara, seamos Neisi, las dos son Ecuador y en general, reflexiono sobre ellas, me meto de nuevo en la parte judicial y solo puedo concluir en algo, algo hermoso: por eso la justicia es mujer.

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