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El Telégrafo

La dialéctica científica se enfrenta en el arroz

16 de enero de 2012 - 00:00

Una importante publicación técnica sobre el arroz  indicaba que este cultivo era de pobres, para enfatizar que este cereal significaba la solución del hambre de amplios sectores pobres del mundo.

En la década del 90 volví a escuchar la frase, para justificar el desmantelamiento de los programas de apoyo técnico al pequeño agricultor como los del arroz, argumentaban que los presupuestos oficiales estaban mejor empleados en los cultivos de exportación. El emblema era: sirviendo a pobres te quedas pobre.   

El arroz es uno de los cereales que, como el trigo, la cebada, el maíz, desde hace 7.000 años a.C., constituye la base de la civilización humana y significa la base de la seguridad alimentaria mundial.

El Ing. Jorge Gil Chang, en la zona arrocera de la Cuenca del Guayas, ha validado la metodología del Dr. Norman Uphoof de Cornell University (denominada -Sistema Intensificado del Cultivo del Arroz (SRI/SICA)-), de fácil aplicación por los pequeños agricultores carentes de tecnología costosa obteniendo resultados significativamente favorables en el aumento de la producción del arroz.

El método del Dr. Uphoof reduce notablemente el volumen de agua empleado y prioriza el espacio utilizado por la planta de arroz para su desarrollo como unidad antes que por cantidad, promoviendo el crecimiento de raíces y hojas, utilizando el campesino para su cultivo herramientas muy simples y baratas, estableciendo el principio de “menos es más” (menos inversión, menos plantas, menos agua producen más). La solución planteada significa la capacitación de los más pobres.

Los investigadores tradicionales han cuestionado el método. El Dr Achim Dobermann -científico del suelo e ingeniero agrónomo con experiencia de muchos años de trabajo en Asia, América del Norte y Europa-, jefe de Investigaciones del Instituto Internacional del Arroz de Filipinas, opina no dudar de que se pueden lograr buenos rendimientos, no obstante que el método es demasiado complicado para el mundo real y los resultados obtenidos han sido abultados.

El indicado instituto fue un eficiente apoyo para la denominada “Revolución Verde” que aumentó la producción, pero no resolvió los problemas de la pobreza mundial. La solución utilizada fue la tecnológica.

Estas discrepancias están enfrentadas para la solución del hambre del mundo, la capacitación de los campesinos con métodos simples contra la costosa tecnología de los países opulentos de los cuales somos dependientes. Gil Chang, con la validación del método Norman Uphoof, está señalando un camino.

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