Una de las actividades principales de las cuales se beneficia la economía del Ecuador es la agricultura, la cual a su vez depende de los recursos naturales renovables (RNR) que forman parte del medio ambiente.
La agricultura constituye la aplicación de un conjunto de técnicas artificiales que se aplican para cultivar la tierra produciendo alteraciones en el medio ambiente, impactos ambientales cuyas consecuencias, cuando son negativas, deben ser controladas.
Los beneficios de las técnicas aplicadas en los proyectos de desarrollo agrícola (impactos positivos) están establecidos en los objetivos, pero para determinar los impactos negativos es necesario realizar la evaluación de los impactos ambientales (EIA) contrastando los impactos positivos (beneficios) con las consecuencias negativas.
Para la EIA tenemos varios métodos. Algunos muy simples, desde las llamadas listas causa-efecto hasta métodos sofisticados, como son los modelos matemáticos. Todos tienen sus algoritmos y procedimientos de aplicación, pero lo importante es la interpretación de los resultados, para lo cual muchas veces faltan técnicos capacitados con las metodologías, conocedores del medio donde se están realizando los análisis indicados.
La capacitación de los expertos participantes en la EIA constituye un conjunto de actividades didácticas orientadas hacia una ampliación de los conocimientos, habilidades y aptitudes para interpretar de manera eficiente la EIA, visualizando los efectos negativos que genera en el medio ambiente la implementación del proyecto, para contrastarlo con los beneficios. Esta evaluación es resuelta por equipos interdisciplinarios que aportan sus criterios de acuerdo a su especialidad para cumplir con el objetivo.
Esta tarea de capacitación es poco conocida en nuestras instituciones de enseñanza y los equipos interdisciplinarios de técnicos agropecuarios, inexistentes; no obstante que a partir de la década de los 60, del siglo pasado, la comunidad científica internacional ha expresado su preocupación y alarma por las condiciones del deterioro ambiental y degradación de los recursos naturales del planeta, lo cual exige una eficiente EIA para evitar las prácticas depredadoras.
Es necesario también tener presente nuestra ubicación geográfica en la zona intertropical, entre los países subdesarrollados del planeta, en los cuales se han introducido prácticas agrícolas modernizantes foráneas orientadas a obtener la mayor productividad sin prevenir las consecuencias de contaminación y degradación de nuestros recursos naturales básicos: agua, suelos y clima.
Las reuniones internacionales mundiales han definido el desarrollo sostenible como “capaz de satisfacer las necesidades presentes sin poner en peligro las de las generaciones futuras”. Este compromiso, que cuenta con el reconocimiento mundial, debería constituir el objetivo fundamental para la capacitación de nuestros equipos técnicos para, mediante la EIA, exigir que se cumpla.
