En la historia de la humanidad, en los procesos de cambio y transformación, los portadores e impulsores de las ideas renovadoras fueron, fuimos y son los jóvenes, la vanguardia impulsora que purifica los ideales y utopías.
En mi juventud, siendo parte de la directiva de la FEUE de Guayaquil y activista de URJE (Unión Revolucionaria de Juventudes Ecuatorianas), fui seleccionado para participar en el III Festival Mundial de la Juventud que se realizó en Moscú con la participación de 30 mil jóvenes y viví la experiencia de compartir, fundamentalmente, vehemencias, ilusiones y realidades.
En cada uno de estos festivales el acumulado de fervor y apasionamiento por los principios que los inspiran (paz, amistad, justicia. solidaridad, derechos, igualdad, integración) como que se reafirman al abrirse hacia varios horizontes en dependencia a la realidad de las regiones y de los países.
Que Ecuador y su capital Quito reciban la 18ª edición de este festival es un privilegio y un desafío para sus participantes y para la colectividad toda, que no tiene mucha experiencia en visitas masivas y hoy tiene que abrir sus brazos, su corazón y su entendimiento para acoger con respeto a cada uno de los visitantes.
Y los jóvenes activistas locales tienen que mostrar por qué se justifica el que la Federación Mundial de la Juventud Democrática (FMJD) haya aceptado que Ecuador sea sede de esta edición y el balance sea lo más positivo en todos los aspectos y puedan demostrar por qué se puede afirmar que vivimos un cambio de época.
La juventud ecuatoriana y la integración de género tienen una participación visible en los órganos del Estado y hasta pueden servir de ejemplo en otras latitudes, pues podemos mostrar con orgullo el modelo de intervención y de responsabilidad que aquí ocupan ellos.
Será, además, la oportunidad de escuchar con atención la percepción que la juventud de los más de 80 países visitantes tiene sobre nuestro país y continente; tienen acerca de los procesos que vivimos en la búsqueda y aplicación de las medidas que adoptamos para poner en vigencia el Buen Vivir.
La certeza que tenemos del éxito de esta jornada en Quito estriba en que la juventud mundial, la latinoamericana y, en particular, la anfitriona ecuatoriana, aprovecharán con éxito la oportunidad de juntarse para aportar y receptar ideas y pronunciar propuestas que orienten a las capas gobernantes y a los demás segmentos de la población universal, el señalamiento para ir avanzando hacia la paz y la amistad, la justicia y el amor.
