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El Telégrafo

¡Jóvenes-esperanza!

31 de agosto de 2011 - 00:00

Por muchas partes del mundo los jóvenes se están tomando las calles para protestar contra un modelo de sociedad que los margina, los engaña y les quita los sueños y la esperanza. Desde meses, los árabes han salido a protestar por las dictaduras que sufrían desde años. Estas protestas, con mucha presencia de jóvenes, lograron cambios de gobierno y siguen en varios países.

Los jóvenes “indignados” de España se tomaron la plaza mayor de Madrid para denunciar la falta de empleo: ¡casi un joven español sobre dos no encuentra empleo! En Chile los estudiantes piden la nacionalización de la educación, privatizada en tiempos de Pinochet. A ellos se han unido sus profesores, sus padres y los sindicatos que organizaron un exitoso paro nacional con cacerolazo llamativo.

En Inglaterra, manifestaciones violentas paralizaron la capital para exigir cambios en el gobierno neoliberal. Hasta en Estados Unidos se dan manifestaciones significativas, porque los jóvenes son los grandes perjudicados por el derrumbe de la economía norteamericana. También en Israel los jóvenes reclaman paz con los palestinos. En Madrid, más de un millón de jóvenes se reunieron con el papa, rezaron y gritaron su esperanza de un mundo mejor. ¿Regresaron a sus respectivos países esperanzados y decididos a cambiar las cosas que no andan bien, tanto en la sociedad como en la Iglesia, solidarios de otros muchos millones de jóvenes que por todo el mundo protestan, denuncian, reclaman, exigen…?

Las protestas y las manifestaciones multitudinarias surten efectos si hay una conciencia clara de que el problema y la solución no son solamente cuestiones personales. Si el problema es colectivo, estructural y mundial, tienen que ponerse en marcha primero propuestas y luego acciones de orden colectivo, estructural y mundial: solo se cambia lo que se sustituye. El sistema neoliberal ya no puede más, pero su agonía es muy lenta porque tiene la complicidad de miles de millones que creen todavía en sus bondades. Nadie salva a nadie… Los jóvenes se salvarán a ellos mismos si se ponen a construir el mundo que sueñan contra el neoliberalismo y por un “bien vivir” universal.

Los cristianos pensamos que Jesús es “el camino, la verdad y la vida”. ¿Dónde estamos mientras los jóvenes están en las calles? Porque Jesús no se pasó la vida hablando en las sinagogas ni rezando solo en la montaña. Sabremos, como Él, dar la vida por la vida, a fin de que la esperanza siga floreciendo y fructificando.

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