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El Telégrafo
Mauricio Riofrío Cuadrado

Izquierda y derecha

08 de enero de 2023 - 00:00

Sir Winston Churchill con su proverbial visión y experiencia dejó acuñada aquella frase que, hasta hoy, se mantiene cruda y actual, “la democracia es el peor sistema político del mundo, con excepción de los demás”, expresión que nos llena de incógnitas sobre la realidad política del planeta.

En cualquier caso, a pesar de todas las taras que pueda tener y las trabas que pueda presentar, la democracia liberal es la única alternativa que tenemos por el momento y hay que depurarla continuamente, con la fuerza del respeto a la ley y a las personas, con convicción y desde luego con serenidad y paciencia de orfebres. 

Los cantos de sirena de otras propuestas y formas de gobierno pierden toda consistencia al comprobar las deplorables condiciones de vida de los gobernados, versus la opulencia, abuso y corrupción de sus gobernantes.

Las muestras no pueden ser más evidentes, Díaz Canel el heredero de los Castro en Cuba, Maduro el hijo putativo de Chávez en Venezuela, el sempiterno tirano Daniel Ortega de Nicaragua, Castillo uno de los presidentes presos del Perú, Cristina y Fernández con la guía espiritual del corrupto Kirchner en Argentina, Boric cada día más impopular en Chile, Lula y todo su gabinete de procesados en Brasil, Petro el guerrillero que ahora prueba que no es lo mismo la guitarra que el violín en Colombia, todos líderes que dicen haber salido de la entraña popular a la que, por supuesto no volverán jamás, pues saben lo que es la pobreza y “trabajan” denodadamente por forjarse un futuro mejor, únicamente, para ellos y sus familias.

Lo incomprensible y triste de este caótico escenario latinoamericano, es el apoyo con el que cuentan estos gánsteres de la política, en ciertos casos, los adláteres son gente buena, víctima del fanatismo que es el peor enemigo del género humano, otros son presas de la desinformación y el desconocimiento, algunos en cambio son estómagos agradecidos y la gran mayoría ilusos esperanzados en algo que no aciertan a descifrar, peor a entender, muy pocos argumentan consistencia ideológica siempre cerrados a la banda de la necedad, intentan no dejarse ganar una pelea que nadie quiere pelear. Quienes tuvieron antes las ideas son guías y no amos. Necrofilia política pura y dura.

Lo escrito por Ortega y Gasset en 1937, se hace con el tiempo más real, parecería que el filósofo y político español estuviera vivo en enero de 2023: “Ser de izquierda es, como ser de la derecha, una de las infinitas maneras que el hombre puede elegir para ser imbécil: ambas en efecto, son formas de hemiplejía moral”. No cabe duda que, la fuerza de la ideología radica en la posibilidad de actuar, evolucionar y progresar, pensar más allá de ella, nos hace trascender.     

En el caso ecuatoriano, las dudas que genera el sistema democrático son más evidentes todavía, porque día a día, constatamos que los diferentes actores políticos se pelean a dentelladas los espacios de poder, para lo cual no dudan en atropellar todo lo que se ponga delante, incluidas la ley y la Constitución.

Hemos terminado el 2022 marcado por la polémica, los contubernios y las luchas intestinas a causa de la designación de importantes autoridades, y hemos empezado el 2023 de la misma forma, en medio del mismo ambiente de inseguridad jurídica y violencia política.

Todos afirman que los otros son los malos y al parecer todos tienen la razón, no obstante, en el caso de la justicia, sus operadores han sido afectados, boicoteados y burlados, por parte de un cuestionado CPCCS, a través de la negación sistemática de ternas con cuadros calificados a todas luces. En las próximas horas, se impone el pronunciamiento de la Corte Constitucional para decir lo obvio, las sentencias simple y sencillamente, deben cumplirse.  

Mientras no exista un mejor sistema de gobernanza, representación y participación, la ciudadanía está frente al reto de mantener la democracia, inclusive con sus crisis y defectos, en tanto que, quienes gobiernan o pretenden gobernar, tienen la obligación moral de ser claros, porque la claridad como norma de conducta, es la vía para llegar y ejercer el poder, no hay más cuentos…

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