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El Telégrafo
Sebastián Vallejo

Inevitable

10 de octubre de 2014 - 00:00

Hay un juez en una corte en Cincinnati. Un juez conservador nombrado por George W. Bush para la Corte Federal de Apelaciones del Sexto Circuito. El magistrado Jeffrey Sutton tiene en su historial haber fallado en contra de la protección federal para mujeres y personas con discapacidad. Y, como corolario de la ironía, parece que será el próximo héroe dentro de la lucha por el matrimonio igualitario en Estados Unidos.

Y esto solo puede pasar en un sistema judicial tan complejo y muchas veces contradictorio como el americano. Como consecuencia de su federalismo, Estados Unidos divide la jurisdicción y el alcance de las cortes estatales y las cortes federales. Las cortes federales están compuestas por tres niveles, siendo la corte de última instancia la Corte Suprema de Estados Unidos. Debajo de esta se encuentran las Cortes Federales de Apelaciones. Las cortes de apelaciones están divididas en circuitos, los cuales incluyen un grupo de Estados de la misma región. Al igual que la Corte Suprema, la Corte de Apelaciones se compone por un panel de jueces y las resoluciones son tomadas por voto mayoritario. A diferencia de la Corte Suprema que consta de un panel de 9 jueces, la Corte de Apelaciones solo consta de un panel de tres jueces. Y mientras la Corte Suprema elige los casos que quiere escuchar, la Corte de Apelaciones debe escucharlos todos.

Por su parte, la Corte Suprema sistemáticamente ha buscado evadir pronunciarse sobre el tema del matrimonio gay. El consenso legal al que llegaron los jueces de la Corte Suprema fue que podían seguir esquivando el tema, dado que hasta el momento todas las Cortes de Apelaciones habían fallado de la misma manera, es decir, a favor del matrimonio igualitario. Sin un conflicto en los fallos, técnicamente no existe un conflicto en la ley. Las demandas interpuestas por ciudadanos por la inconstitucionalidad de los ordenamientos estatales en contra del matrimonio gay han sido resueltas favorablemente en 35 estados y el Distrito de Columbia.

De vuelta al juez Sutton. En el panel del Sexto Circuito, Sutton tiene por un lado a un juez que votará a favor del matrimonio igualitario, y por el otro a un juez que votará en contra. Su voto dirimente lo pone en una posición fascinante. Y es que si decide a favor del matrimonio igualitario al igual que los otros 8 circuitos, el fallo creará un precedente poderoso e incrementará el matrimonio igualitario a 39 estados. Será cuestión de tiempo para que las dos cortes restantes sigan el ejemplo (en un país donde el precedente es sumamente importante). Si, por otra parte, decide en contra del matrimonio igualitario, la Corte Suprema se vería forzada a decidir en el tema, y el precedente legal de sus fallos (especialmente el de 2013 en contra del DOMA) sugiere que el matrimonio igualitario será ley.

Es un gran día para ser legalista.   

Todo esto para reconocer un derecho por cuya lucha se han revelado las bajezas más tristes de la condición humana. Una lucha que ha mostrado la incongruencia del Estado ante la secularidad, la incongruencia de la religiosidad ante el amor y la incongruencia, evidente, de la ignorancia individual frente a lo que no encaja en lo que deciden reducir a su ‘normalidad’. La marea es inevitable. La lucha fue exitosa. ¿Qué esperamos?

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