La inclusión educativa puede analizarse desde diversas aristas, dependiendo el enfoque que queramos dar, pero en esta ocasión quiero hacer referencia a un informe positivo remitido por la UNESCO en relación con las personas en situación de movilidad.
Se dice que Colombia, Ecuador y Perú han adaptado sus legislaciones y han tenido el cuidado en abrir las puertas de las instituciones educativas a los niños que han tenido que salir de sus países por el riesgo, por la violencia, por las condiciones económicas de sus progenitores y buscar sustento y tranquilidad en otros.
En el caso de América Latina ya sabemos que el gran éxodo en estos últimos años se ha producido por parte de los venezolanos, expulsados por un país que no puede sustentarlos. La otrora rica Venezuela, que acogía a profesionales de los diversos países ahora deja salir a los suyos, en condiciones muy duras, lo que pone también en situación muy difícil a los más pequeños.
Por ello el reporte de la UNESCO hace énfasis en la apertura que han tenido los otros países de la región, sobre todo los países Andinos, que desde luego pasan también por dificultades, acentuadas por la pandemia y las crisis económicas, pero que han encontrado un espacio para la solidaridad sobre todo en el sistema educativo.
Sabemos, por otro lado, que, en el caso ecuatoriano, las deficiencias son enormes y ahora se suma el ingrediente de la violencia que está ahuyentando a niños y jóvenes de las escuelas y colegios, por el temor de los padres de que sean objeto de reclutamiento o de situaciones que pongan en peligro sus vidas.
¡Qué complejos son estos temas!, Si por un lado tenemos el entusiasmo de un reporte internacional que alaba la apertura de los sistemas educativos de los países, en el espacio inverso, la exclusión se produce por la falta de presupuestos, la situación económica de los padres y la violencia.
