La guerra desatada por la invasión de Rusia a Ucrania irradia efectos a todo el mundo debido al alto grado de globalización económica alcanzado, por un nivel de interconexión enorme entre los países, sin que importe la distancia que los separe, su cultura, idioma, modelo de desarrollo o especialización productiva. Rusia trata de procurarse un cinturón de protección y defensa a través de Ucrania —con la región del Donbás de por medio— y otros estados que resultaron luego de la descomposición de la ex Unión Soviética para tener influencia apuntando al Báltico con Bielorrusia de por medio, al mediterráneo y la Eurasia exsoviética (Transnistria, Abjasia, Osetia del Sur y Nagorno Karabaj), entre otras zonas; intenta también frenar la influencia en la región de países de occidente, EEUU, la Unión Europea, la OTAN, pero además, gatillar un reacomodo violento en el tablero geopolítico mundial.
El nivel de integración actual del mundo ha modificado hasta la manera de hacer la guerra; la movilidad humana, el comercio, las inversiones, la información hoy en día muestran una dinámica nunca antes experimentada, a tal punto que ahora Rusia pueden empezar a sentir la asfixia aplicada por los vecinos inmediatos y socios más importantes. Putin puede perder, pero no se sabe cuándo ni a qué costo para su imagen y su país, tampoco se conoce la factura que pueda pasarle al resto del mundo, no solo por su peso como suministrador energético y socio político e ideológico de algunos países, sino también por el daño que generaría si ocurre un desquiciado desenlace con uso de pertrechos nucleares.
Este conflicto es un punto de inflexión de la que será una nueva relación de Rusia con occidente y otras latitudes, de difícil pronóstico por las variables involucradas. En este marco, Ucrania podría funcionar como visagra entre la Unión Europea y Rusia, que según como se desenvuelvan las cosas favorecería intereses de una u otra parte o, hasta podría llegar a convertirse en Estado fallido.
Por lo demás, esta crisis poderosa que parece haber borrado la pandemia, seguramente tardará en disiparse, pero desde ya se deben definir estrategias en cada país, sobre todo, a nivel de políticas exterior, económica y comercial, para asegurar objetivos en medio de un cambio de escenario que de ninguna manera será terreno fácil.
