La honradez debe ser considerada como el Objetivo Estratégico Nacional del Ecuador en la primera mitad del siglo XXI. La honradez para que forme parte de la mayoría de los ecuatorianos, no es suficiente que sea transmitida y practicada por uno o dos gobiernos seguidos, sino por lo menos por dos generaciones continuas.
La reforma educativa de los años sesenta del siglo pasado, tuvo una influencia nefasta en el Ecuador, América Latina y el Caribe. Se desarmó a los paises en su educación y cultura, reduciendo y hasta eliminando a la cívica, la urbanidad y la ética. En la actualidad, la ética se encuentra excluida o reducida y constituye una excepción, frente a casi la totalidad de las asignaturas, que no tienen un rol fundamentalmente formativo.
El Contralor del Estado Ángel Felicísimo Rojas afirmó “que donde se hunda el dedo en el país, salta la pus de la corrupción”. En el momento actual la corrupción ha tocado fondo. Los carnés de discapacidad falsos, los tienen hasta jueces: asambleístas, cobran por nombramientos que consiguen; fundas para enterrar, féretros, medicinas del IESS y del ministerio de salud con altísimos sobreprecios.
Se requiere urgentemente como un compromiso de toda la sociedad emprender un Plan Estratégico de Desarrollo Cultural y Educativo centrado en la honradez. El sistema educativo en todos sus niveles, las instituciones públicas y privadas, militares, policiales y civiles deben diariamente inculcar la honradez.
El japonés Konosuke Matsushita, fundador de National, Panasonic, Technics y Quasar, es considerado el mejor empresario del siglo XX. Todos los días antes del inicio del trabajo, inculcaba valores y la honradez. Sobre la base de la honradez se requiere el desarrollo multifacético de las personalidades, las aptitudes y talentos.
Entre las ideologías y religiones, como diría el Che Guevara, quédate con los más honrados, que son los más revolucionarios. Sin la honradez nada funciona. (O)
