Ecuador vive días complejos y delicados por los acontecimientos en nuestra frontera norte, siete vidas humanas que dejan familias destrozadas y a un país lleno de dolor e indignación. Tres periodistas y cuatro miembros de Fuerzas Armadas se han convertido en los héroes involuntarios de esta batalla que enfrentamos contra el terrorismo, contra el narcotráfico y que está poniendo en jaque a todo un país.
El dramático desenlace de los tres periodistas de El Comercio que fueron secuestrados el pasado 26 de marzo y posteriormente asesinados, obliga a las diferentes autoridades a reflexionar sobre la amenaza que Ecuador enfrenta. Existe una serie de elementos que debemos poner sobre la mesa y empezar a analizar con mayor profundidad y serenidad: Hablar de bandas delincuenciales, ¿puede haber sido un error?, liderar la crisis a través del Ministro de Interior, ¿puede no ser lo más adecuado?, mantener al Ministro de Defensa en un segundo plano, ¿puede que no ayude?, la no existencia de protocolos de comunicación en situación de crisis, ¿quizá no sea lo óptimo?, entre otros muchos aspectos.
Estamos ante un verdadero reto para la seguridad y defensa de nuestro país, nuestra paz e integridad son cuestionadas y mientras no seamos capaces de reconocer la amenaza a la que nos enfrentamos, las posibles soluciones no llegarán.
Seguramente Ecuador no estaba preparado para enfrentar un conflicto de estas dimensiones, la herencia de más de diez años, donde el anterior Gobierno miró hacia otro lado, donde no hubo presencia del Estado en una de las zonas más deprimidas de Ecuador, por una casi nula inversión, nos sitúa en una difícil coyuntura. Todo esto sin entrar a observar el papel que Colombia, necesariamente, juega en esta crisis.
La unidad de todos los ecuatorianos para enfrentar esta situación, pasa también por el compromiso de autoridades, de asambleístas, de políticos, de militares, de policías, de ciudadanos; todos debemos remar en una misma dirección, aparcar diferencias y hacer, hoy más que nunca, que nuestro país salga lo antes posible de esta verdadera pesadilla. (O)
