En pocos días los ecuatorianos acudiremos a las urnas para elegir a quienes nos gobernarán los próximos cuatro años. Decisión guiada por las emociones de un país frente a la pandemia, la muerte y la pobreza.
Y precisamente en esta recta final existen hechos que marcan la elección. El primero de ellos, el Ministro de Salud Pública captado por la cámara de Ecuavisa en una residencia privada vacunando a su madre.
Acto indolente, pues quien tiene la más alta responsabilidad en esta emergencia, priorizó a su familia por encima de médicos, enfermeros, personal de primera línea que a diario están expuestos al virus y sobre los miles ancianos que requieren atención emergente.
Error gravísimo de un Ministro que asociado a las emociones en medio de la campaña electoral se traducirá en “los privilegiados versus los descamisados”, discurso que trastoca el sentir de la mayoría de electores a quienes el “vota bien, vota Lasso” de las élites no convence; y no lo hace porque sus formas, lenguaje y comunicación no encuentra sentido en los ciudadanos golpeados por la crisis, el miedo a la miseria y la refinanciación de deudas con altísimos intereses.
Otro hecho que marca esta elección es sin duda el asesinato de Efraín Ruales en manos de sicarios, mafiosos que pretender callar a la gente honesta a balazos. Mafias asociadas a estructuras de poder enquistadas en el Estado, con grandes tentáculos y con quienes el poder pacta desde hace más de 30 años. Este doloroso asesinato provoca en los ecuatorianos impotencia, rabia e indignación.
Lo que en esta semana nos conmociona está moviendo las fibras de un país que advierte un riesgo para la libertad de expresión y el ejercicio del periodismo. Que advierte la impunidad de una justicia secuestrada por el miedo, la corrupción y la violencia. Para muchos ecuatorianos su forma de cambiar esta realidad será en las urnas.
