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El Telégrafo

Haz como te digo, no como yo hago

13 de noviembre de 2012 - 00:00

La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) agrupa a los Estados que en 2007 eran dueños del 70% del mercado mundial y representaban el 80% del PNB mundial. Es conocida como «El club de los países ricos».

Nació el 14 de diciembre de 1960, cuando 18 países de Europa junto a Canadá y Estados Unidos suscribieron la «Convención de la OCDE». Su sede está en París. Y los idiomas oficiales son el francés y el inglés. Es importante resaltar que ni China, ni Rusia, ni Brasil, ni India son miembros de esa organización. El único miembro de América Latina es Chile, desde 2010.

Panamá, con el asidero de los especiales servicios financieros que ofrece, creó una industria que durante muchos años ha producido abundante riqueza. Pero las recomendaciones de la OCDE lo están obligando, sin ser país miembro, a negociar tratados de intercambio de información tributaria con preferencia sobre los tratados que evitan la doble tributación, eliminen las acciones al portador y obliguen a las empresas sin renta gravable a mantener sus registros contables en Panamá.

Eso no obstante, a fines del pasado julio, en Estados Unidos (miembro de la OCDE), la Cámara de Representantes del Congreso votó para aprobar un proyecto legislativo que suspendería el intercambio de información tributaria por parte de ese país. Aprobaron una enmienda a la Ley para Reducir la Burocracia, con la cual postergarían los efectos de una normativa reciente del servicio interno de recaudación tributaria (IRS, por sus siglas en inglés).

Esa normativa exige la entrega de los reportes de los depósitos financieros que hacen en Estados Unidos  los extranjeros no residentes. Con esa enmienda, conocida como la enmienda Posey, la norma interna del IRS quedaría suspendida hasta que el nivel de desempleo en EU, que entonces era del 8,2%, se reduzca al 6% o menos.

Que la reciprocidad es consustancial a los tratados internacionales y que un Estado se compromete a hacer lo que el otro también es comprometido a hacer se quedó en el lírico enunciado doctrinario. La devorada realidad es otra, muy diferente. Prevalece la prepotencia e indiferencia de los Estados más fuertes.

En la XXI Cumbre Iberoamericana en Asunción, el compañero presidente Rafael Correa dijo: “La presencia de un miembro de la OCDE supone una intervención que no evita el sesgo de dar cátedra a los países del área. En reciprocidad, pido  que en la próxima reunión de la OCDE se permita que un representante de los países de América Latina vaya a explicar nuestra posición”.

Los aplausos provocados por el irónico pedido hicieron creer al ex presidente Fernando Lugo que la sesión se estaba saliendo de control, y para regresarla al cauce previamente establecido, debido al silencio sepulcral del Secretario General de la OCDE, el muy mojigato dijo: “El representante de la OCDE seguramente acoge de buen agrado la iniciativa del mandatario ecuatoriano”.

“Causa desazón y molestia la doble moral de los países desarrollados” es la frase dicha en Asunción por Rafael Vicente Correa Delgado, que debe calar en la conciencia latinoamericana.

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