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El Telégrafo
Mónica Mancero Acosta

Habemus Presidenta

16 de mayo de 2021 - 00:00

El entrampamiento en que se sumió la Asamblea Nacional para elegir a sus autoridades finalmente hoy fue resuelto a través de la elección de Guadalupe Llori, mujer amazónica militante de Pachakutik. Ella no es una advenediza en política, tiene una larga carrera y destaca su capacidad de resistencia y de haberse enfrentado a un poder que la llevó a estar en prisión bajo la acusación de terrorismo por haber exigido derechos para su pueblo.

La condición que el correísmo puso para dar sus votos a cualquier opción fue no solo maximalista sino demasiado compleja como para que pueda ser aceptada por cualquier bancada, excepto los socialcristianos con quienes ya tenían una vía pavimentada por acuerdos previos en varios momentos en que estaban votando juntos en la Asamblea que acaba de terminar. Así, la integración de una comisión de la verdad para revisar procedimientos y sentencias suponía un tema de injerencia en la función judicial, y que podía llevar a impunidad.

La temprana alianza entre UNES, PSC y CREO no pudo prosperar porque esta última bancada se echó para atrás por una fuerte presión social y mediática que rechazó un pacto de esta naturaleza. El PSC apuró rompiendo la alianza, lo cual dejó con mucha debilidad al gobierno aún antes de posesionarse. En cambio, el correísmo hasta ayer habló de la importancia de la gobernabilidad y de su derecho a estar dentro del juego político para el que llegaron a la Asamblea. Hoy que ha sido electa presidenta una asambleísta de PK, a través de un acuerdo con CREO, ID, e Independientes, parece que no opina igual, y es que el correísmo ha quedado cercado.

El reto de Pachakutik, sin embargo, no es menor. Dar gobernabilidad a Lasso puede tener muchas implicaciones. La gobernabilidad no es neutra, la cuestión siempre será gobernabilidad para qué. Si es para llevar adelante una agenda neoliberal, no hay duda de que esa alianza puede hacer cortocircuito. En ese contexto, y considerando la situación del país, habría que esperar que las leyes y políticas que pretenda implementar Lasso sean consensuadas y con profundo sentido social.

Guadalupe Llori no es una mujer que llega a la presidencia de la Asamblea por dedazo, ni por ser percibida sumisa. Es una mujer de lucha, que viene de abajo y que ha mostrado consecuencia en su quehacer político. Mucha diferencia entre tener a Guadalupe Llori como presidenta frente a un asambleísta como Henry Kronfle, de la rancia derecha presidiendo la Asamblea. Este tira y afloja en la Asamblea, finalmente, terminó beneficiando a la democracia.

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