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El Telégrafo
Antonio Quezada Pavón

Las guerras del siglo XXI

30 de agosto de 2018 - 00:00

Ha muerto John S. McCain, probablemente uno de los últimos héroes de guerra norteamericanos, que, siendo un piloto naval, escaló desde la angustia de ser un prisionero en Vietnam, hasta la cúspide del poder como congresista republicano, senador del estado de Arizona y dos veces candidato a la presidencia de Estados Unidos. Esto me lleva a escribir sobre las guerras modernas, no necesariamente sobre la absurda guerra de Vietnam que la vivimos algunos de mi generación hace 50 años, sino de aquellas que están latentes en pleno siglo XXI.

Hay unos 58 conflictos activos a la fecha, con un promedio de muertes que van desde 100 a más de 10.000 al año, y una suma acumulada de varios millones de militares y civiles fallecidos por su causa. Algunos se iniciaron a mediados del siglo pasado y todavía persisten y en Latinoamérica, lo más tenebroso y letal es la llamada Guerra de las Drogas en México, que arranca en 2006; seguida por la Guerra Civil (me atrevo a llamarle de esta manera) al conflicto de Colombia que se inició en 1964 y ya nos está afectando a nuestro país; y también aparece el latente problema del casi desaparecido Sendero Luminoso en Perú que se inició en 1980 y aún tiene secuelas.

Indudablemente la guerra es un buen negocio, y es por eso que hay tantas en todo el mundo. Sin embargo, el problema no es en sí mismo lo terrible y trágico de un conflicto armado, sino lo que queda después de ellas. Por lo general, el primer efecto es la ausencia de normas (y no me refiero a las leyes) sino a la falta de gobernabilidad, pues es difícil desarmar a los nuevos “ejércitos” que se han forjado sobre la base de las luchas por el poder y recientemente por el lucrativo negocio de las drogas. Desaparecen las instituciones sociales, las escuelas, los hospitales, la policía, los bancos y escasean los servicios básicos. Miren lo que nos pasa ahora en la frontera con Colombia. Y es precisamente consecuencia de un largo conflicto que se inició por razones políticas, cambió a guerrilla marxista y se transformó en narcoguerrilla; y ha perdurado porque no sabemos cómo terminarlo.

Definitivamente, en la guerra, no es la violencia lo que mata a más soldados y civiles; es la enfermedad, el hambre, la pobreza; pues la guerra destruye o corrompe a las instituciones que hacen que la sociedad funcione. Debemos tener como objetivo acabar con las guerras. (O)  

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