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El Telégrafo
Ilitch Verduga Vélez

Goebbels de ocasión

13 de enero de 2017 - 00:00

En plena campaña electoral, en Ecuador aparecen y flotan algunos conocidos y desconocidos intentando generar un clima de crispación, especialmente en contra de Lenín Moreno y Jorge Glas. Para tal accionar, tienen abiertas las puertas de canales de TV, radio y prensa y las nuevas formas de ‘hacer política’, la red social, donde dan rienda suelta a toda clase de calumnias y frustraciones en la impunidad del anonimato, sustentados en la divisa que el siniestro Goebbels, jefe nazi y ministro de Hitler, instauró cuando afirmó: “Si una mentira se repite lo suficiente se acaba por convertirse en verdad”.

Y que parece ser dogma de fe para aficionados y expertos de la politiquería nacional, convertidos en gurús de feria, para que las próximas votaciones se conviertan en murga de carnaval. Y así, entonces, es válido parafrasear aquel precepto jurídico, de ‘a las pruebas me remito’ y reiterar como diría un ‘filósofo de esquina’: no hay peores enemigos que quienes han recibido demasiados favores de un gobierno y se les niega alguno. Hemos tenido ejemplos fehacientes que lo confirman con creces. Varios ex, de unos cuantos regímenes previos y también, sensiblemente, del actual, que ahora arremeten, contra la Administración que los acogió y, como colofón de sus múltiples apariciones radiotelevisivas y entrevistas en periódicos, muestran el guion ya conocido, gestado en agencias externas y confeccionado en talleres de desestabilización de naciones hermanas. Hoy utilizado en este proceso electoral. Y ejecutado, por sí, los conglomerados sociales lamentablemente pueden haber olvidado el pasado reciente. La amnesia colectiva es el peor mal que puede aquejar a un pueblo aguerrido como el nuestro.

No obstante, debemos insistir en la necesidad de que es posible una contienda limpia y en el terreno de las ideas, con argumentos y programas coherentes que puedan demostrar, a la luz del entendimiento común, realidades, sin perderse en entelequias y eslóganes gastados, fruto de épocas superadas. Pero por sobre todo que la verdad histórica esté siempre presente y para ello hay que tener la entereza de solventar con veracidad lo que se diga o se firme. Es posible realizar el mea culpa por los errores cometidos, sean por comisión u omisión y que generaron tragedias colectivas, como la quiebra bancaria del 99 o las violaciones a los DD.HH. en el período de los años 84 y 88. Y así otros. Pienso que el electorado de la república merece conocer los rasgos de autenticidad y coraje de quienes aspiran a gobernarnos en los próximos años. Considero que podemos exigirlo. Aunque pueda sonar a ironía ingenua lo que sugiero.

Los medios de difusión masiva tienen potestad en sus estrategias de información y opinión para asumir el rol de sujetos de orientación ciudadana, en el evento sufragista que se avecina. A los candidatos que se presenten en su set u oficinas, pedirles que planteen sus propuestas en forma concreta; y el qué, el cómo y el por qué sean elementos severos de diálogo profundo, que tengan un sagrado significado de compromiso y de cumplimiento de promesas, para que en la psiquis del elector se instalen con la solemnidad de deber absoluto. Nada de eufemismos verbales de cambio u ofrecimientos de bajar impuestos o quitar subsidios, ni cartas falsarias de intención a entes financieros internacionales.

El votante ecuatoriano tiene derecho a trazar su rumbo, por tanto, no puede aventurarse a experimentos como el argentino, donde magnates han creado un régimen a su imagen y semejanza y el pueblo está agobiado por los paquetazos de alzas a la luz, el agua, el gas, teléfono y los combustibles, unidos a la cesantía de centenares de miles de trabajadores. Los que sufraguen por quien a bien tengan, no deben olvidar las experiencias dolorosas de nuestro cercano ayer y los hechos actuales en países sudamericanos. A los Goebbels de pacotilla que hoy intoxican con su prédica mendaz hay que recordarles que no se puede engañar a un pueblo toda la vida. Ecuador ya cambió. Felizmente, para siempre. (O)

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