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El Telégrafo
Eduardo Febbro

Ni Libertadores ni América

12 de diciembre de 2018 - 00:00

La paradoja vale una humillación y más de 500 años de historia colonial. La final de la Copa Libertadores de América terminó disputándose en la capital del antiguo imperio colonial, Madrid. Ni Libertadores ni América. Solo un Estado chapucero e incompetente, fuerzas del orden corruptas, jueces comprados, dirigentes de clubes primos hermanos de Al Capone, un organismo como la Conmebol que ha sido y es un antro de la putrefacción apadrinado por una de las mayores empresas corruptas de la historia mundial: la FIFA. No ha sido una final sino el final. Todos juntos le robaron al país parte de lo que éramos. Las barras bravas no son más que una triste excusa para tapar la cloaca en cuyo fondo están los actores deportivos institucionales y los responsables del Estado. Siempre hace falta un culpable para organizar un relato. Las barras bravas cumplen esa función pública. Son, en el fondo, víctimas del dramaturgo que las utiliza para hacer fructífera su historia y haya un culpable-condenado que pague por todo.

En Europa también ocurren montajes similares. Los cataríes propietarios del club París Saint Germain (PSG) utilizaron a los hinchas radicales para molestar al Real Madrid, cuando el equipo español vino a la capital francesa (marzo 2018) a disputar una de las fases eliminatorias de la Champions League. A la una de la madrugada, 100 hinchas radicales del PSG irrumpieron en los alrededores del hotel donde se alojaba el Madrid con petardos, fuegos artificiales, bengalas, bombos, música y platillos para amedrentarlos. Los mandaron ahí para hacer el mismo trabajo que los barras bravas ejecutaron con el micro donde viajaba Boca. Nada nuevo. La única diferencia es que en Francia hay un Estado y una policía al servicio de sus ciudadanos, y en la Argentina solo hay ciudadanos.

No puede haber alegría en esta final hurtada, en esta cobarde mudanza a la capital colonial. Boca y River le pertenecen pura y exclusivamente a la gente y a la historia nacional. Es la Argentina en su quinta esencia. Es, a la vez, el relato mágico y perturbador de los condimentos nacionales. La Copa Libertadores de América es de América. La Conmebol, la FIFA y quienes aceptaron este engaño le robaron a toda América.  El partido lo jugaron Boca y River, pero lo perdió la Argentina y, con ella, América. Hoy, la historia ha cambiado. Se le ha entregado en bandeja a los expoliadores lo que quedaba de infancia y adolescencia entre tanta basura y oscuridad. (O)

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