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El Telégrafo
Bernardo Sandoval

Evolución, política y Venezuela

27 de enero de 2019 - 00:00

Con algo de sorna y mucho de verdad se dice que quien no es socialista a los 20 años no tiene corazón y quien sigue siéndolo más allá de los 40 no tiene juicio. Frente a la evidencia histórica del fracaso del socialismo como un sistema que solo puede sustentarse en el autoritarismo y la opresión desde el gobierno; del fracaso como un sistema incapaz de generar riqueza y en el que solamente los de la cúpula tienen prebendas y canonjías deslumbrantes, resulta difícil creer que haya aún socialistas convencidos. Ciertamente aquellos merecen mi respeto en tanto su idealismo es proporcional a su ingenuidad. Los socialistas del siglo XXI , en cambio no fueron ni idealistas ni ingenuos. El Socialismo del siglo XXI fue una peste maléfica que afectó a la Argentina, a Brasil, a Ecuador y destrozó a Venezuela. Chile y Uruguay tuvieron a presidentes socialistas democráticos que hicieron prevalecer el sentido común sobre los dogmas y Bolivia ha tenido a un Presidente con un discurso desbordado aunque el manejo económico ha sido pragmático. La corrupción descomunal que trajo consigo el Socialismo del siglo XXI en Argentina, Brasil, Ecuador y Venezuela, lo descalifica para siempre. La ineptitud en el manejo del Estado, en todos los órdenes, lo desprestigia a perpetuidad. Sin embargo, el caso de Venezuela sobrepasa todo límite pues en él la descomposición involucra el fraude sistemático, el descarado irrespeto a la Constitución y la violación de los derechos humanos con presos políticos, asesinatos y ejecuciones extrajudiciales.

Al inicio de su gobierno, Lenín Moreno sostenía que debía procurarse un diálogo entre venezolanos para superar el conflicto; su canciller, María Fernanda Espinosa era una declarada admiradora del régimen de Maduro. Posteriormente, el presidente Moreno se atrevió a proponer elecciones en Venezuela y fue maltratado por el déspota e ignaro Nicolás Maduro. Frente a la infame posesión de Maduro, Moreno tuvo el coraje de no enviar una delegación ecuatoriana y, finalmente ante los hechos recientes, ha tenido el acierto de reconocer a Guaidó como Presidente y desconocer al exconductor de buses y ahora ilegal residente del palacio de Miraflores.

Ciertamente, señor presidente Moreno, una evolución política que celebramos y que esperamos apreciar en otros e importantes temas. (O)

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