La contribución de la academia a la reflexión de lo militar es restringida en el país, aunque necesaria hoy en las críticas condiciones de seguridad como responsabilidad de quienes trabajamos las temáticas.
Por esto, comprender la evolución de las FF.AA. en el mundo global para el mejor cumplimiento de misiones, como parte de la conducción política de la defensa debido a la proliferación de “nuevas amenazas” a la seguridad, el terrorismo, la delincuencia organizada trasnacional, crimen organizado, narcotráfico, corrupción, obliga a replantear mecanismos para enfrentarlas porque rebasan las propias capacidades militares.
Los nuevos contextos, en donde la hibridación de amenazas afecta al Estado y a la sociedad, exigen flexibilizar lo militar para cumplir a la vez las exigencias de la defensa nacional, articuladas a la política exterior del Estado, en operaciones de paz y misiones humanitarias.
Las FF.AA. ecuatorianas no están exentas de tales mutaciones. Así, interpretando ingenuamente la Agenda Política de la Defensa (2014-2017) se pensaría en una institución flotando en el paraíso, altamente preparada para diversos teatros operacionales en conjunto con otras instituciones del Estado; se creería se ha logrado la ansiada institucionalización del sector defensa y la sinergia entre el sector político-civil y el militar. La realidad es otra.
Urge enderezar una fallida conducción político-estratégica debido a una desfigurada ideologización, mediante una plataforma de conocimiento, experiencia y compromiso ético con el país, frente a lo cual las FF.AA. deben asumir éticamente tal conducción en el marco normativo correspondiente y con un desempeño militar profesional.
Finalmente, siendo un agujero negro la problemática en sector de Mataje, constituye una oportunidad para desarrollar sinergias -sectores y actores- y desplegar un pensamiento verdaderamente estratégico para la toma de las mejores decisiones y la búsqueda de tranquilidad, que tanta falta le hace al país. (O)
