El eslogan de la empresa de energía eléctrica, CNEL, dice “ilumina tu vida”. Suena bonito, pero la vida de muchos se oscurece por las altas planillas que el organismo generó o ya ejecutó.

Además de la crisis en salud, la económica, las emergencias para conseguir insumos médicos, oxígeno, comida, medicinas o lidiar con nuestros fallecidos; asimismo, de aguantar la corrupción a cable pelado, ¿hay que lidiar con el maltrato por parte de una institución pública? Después de hacer cobros indebidos, ¿cenarse a luz de vela todo el trámite engorroso para que “refacturen” lo que ellos hicieron mal? Su burocracia simplemente… apesta.

Recibo comentarios y no todos son de los que me insultan en Facebook. También los hay de quienes ven honestidad en este espacio y me cuentan sus pesares o deseos, con los que hoy haré una ventana para ellos, que indudablemente, son víctimas de la inoperancia, ¿del desfalque?, de otro brazo estatal.

¿Cuántos se han visto afectados por la empresa eléctrica (E.E.)? Muchísimos. Mientras en otros países debido a la crisis mundial, se decidió suspender el pago de los servicios básicos, en el nuestro la E.E. atina una planilla con valor de un rubro no consumido o con uno justificado mediante la excusa de “ajuste” que estamos obligados a pagar. 

Este paquetazo silencioso e inhumano se da cuando hay personas que no han podido producir ni para sus propios alimentos. Unos perdieron sus trabajos y otros ni siquiera consiguieron uno previo a la pandemia, y a todos ellos ¿hacerles, hacernos, esta superchería? 

Luego en las portadas de los periódicos aparecen las noticias de los suicidios que después el Estado no se explica el porqué, desentendiéndose de su anomia, del abandono, de su fracaso. El estrangulamiento mortal por parte de la empresa eléctrica, pronostica que el estado de nuestra salud mental no será nada bueno. Estamos ahogados.

E.E.: corrijan pronto su error, devuelvan “el ajuste”, emitan nuevas planillas sin que haya que solicitarlo.

A todo esto, ¿adónde va ese dinero? ¿El gerente de la E.E. qué espera para renunciar? ¿Dónde está nuestro Presidente? (O)