El día que se supo que el fútbol es deporte de vivos cambiaron de lugar al cementerio, mudadas tumbas, osamentas y ánimas en pena establecieron en ese antiguo camposanto otro parecido: la cancha. Ocurrió en la ciudad de Esmeraldas. El primer balón pateado por el gusto de patearlo, en la República de Ecuador, fue allá, sin lugar a dudas. Para 1915, se sabe de dos clubes: El Unión y el 18 de Septiembre.
De esos primeros domingos de balompié jugado con tal fervor hasta el filo de las sombras a estos años de gloria de Antonio Valencia, Walter Ayoví y muchos más, la historiografía del fútbol ecuatoriano es esquiva con el aporte esmeraldeño al total de los triunfos del país.
Diario EL TELÉGRAFO, en su edición del 27 de noviembre de 2017, publica una foto con este pie explicativo: “Los equipos socios de fútbol, en la provincia verde compitieron en un campeonato provincial, donde el equipo América derrotó a los teams contendores”.
La fotografía corresponde al 27 de noviembre de 1917. Un año antes se había firmado el armisticio entre la insurgencia cimarrona y el presidente Alfredo Baquerizo Moreno. La pacificación debió sumar hinchada a los equipos y se formó la liga de Esmeraldas, o sea se organizó el bembé futbolero en toda ley. Ajá, es posible que acredite como la organización de fútbol más antigua del país.
Las nacientes barriadas negras asumieron el balompié con alegre seriedad de misión social antes que solo por diversión.
Dedicaron horas a perfeccionar destrezas, inventar quimbas y aquello de las combas vino después. Cuando Folke Anderson llegó a Esmeraldas, en 1948, se maravilló con esas artes dominicales mostradas en decenas de canchas y con la comodidad que cada quien se proveía. Fue ahí que decidió la construcción del estadio en Barrio Caliente. El lugar indiscutible.
Efraín Andrade esculpió en piedra negra once figuras humanas, sin rostro, para agradecer a los que habían sido, eran en ese tiempo y quienes serían en años venideros. (O)
