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El Telégrafo
*Fernando Falconí Calles

Entre la luz y la sombra

30 de mayo de 2014 - 00:00

El 1 de enero de 1994 aparecen el subcomandante Marcos y el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN), para protestar por la suerte de los indios del sureste mexicano y para llamar dramáticamente la atención internacional sobre el destino de esas comunidades, ocupando las principales ciudades del estado de Chiapas, incluida San Cristóbal de las Casas.

Eligieron reaccionar precisamente el mismo día que entraba en vigencia el Tratado de Libre Comercio (TLC) entre México, Estados Unidos y Canadá, toda vez que la revuelta es también contra los devastadores efectos de la globalización y el neoliberalismo.

Marcos es el primero en analizar la articulación entre la ‘mundialización’ y la marginación de los pobres. Se adelantó a todos los demás congresos y manifestaciones contra la globalización, realizados desde entonces: Seattle (1999), Davos (2000) y Porto Alegre (2001).

Las denuncias del EZLN no solo se circunscriben a la situación miserable de los indios de las comunidades de Chiapas, sino también a señalar que la tan mentada ‘globalización’ aspira a convertir al mundo en una gigantesca empresa administrada por Estados Unidos, Fondo Monetario Internacional, Banco Mundial y la Organización Mundial del Comercio (OMC), usando a los débiles presidentes del resto del planeta como gerentes subalternos de su política. También aspiran a someter culturalmente al mundo, convenciéndolo de que quienes se opongan al ‘modelo único’ serán eliminados.

Las armas de Marcos también han sido sus comunicados, cuentos, poesías y parábolas que han sido ampliamente difundidos.

En la madrugada del 25 de mayo de 2014 fue pronunciado un discurso de despedida del subcomandante Marcos, en el Caracol de La Realidad, municipio de Las Margaritas, estado de Chiapas.

Entre otras cosas manifestó: “(…) Cuando irrumpimos e interrumpimos en 1994 con sangre y fuego, no iniciaba la guerra para nosotras, nosotros los zapatistas.

La guerra de arriba, con la muerte y la destrucción, el despojo y la humillación, la explotación y el silencio impuesto al vencido, ya la veníamos padeciendo desde siglos antes.

Lo que para nosotros inicia en 1994 es uno de los muchos momentos de la guerra de los de abajo contra los de arriba, contra su mundo. Esa guerra de resistencia que día a día se bate en las calles de cualquier rincón de los cinco continentes, en sus campos, en sus montañas.

Era y es la nuestra, como la de muchos y muchas de abajo, una guerra por la humanidad y contra el neoliberalismo.

Contra la muerte, nosotros demandamos vida. Contra el silencio, exigimos la palabra y el respeto. Contra el olvido, la memoria. Contra la humillación y el desprecio, la dignidad. Contra la opresión, la rebeldía. Contra la esclavitud, la libertad. Contra la imposición, la democracia. Contra el crimen, la justicia.

¿Quién con un poco de humanidad en las venas podría o puede cuestionar estas demandas? (…)”.

Hasta luego, subcomandante Marcos. Bienvenido subcomandante Galeano.

Porque Zapata vive, la lucha sigue. Porque Galeano vive, la lucha sigue.

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