En Europa, entre enero y julio han ingresado unas 350.000 personas; han muerto 2.500 en su terrible travesía de huir del hambre y la violencia desde el norte de África, (Libia, Marruecos) y el Medio Oriente (Turquía, Irak, Siria, Afganistán) hacia países de la Unión Europea (UE), a través del mar Mediterráneo y en especial a las costas de Grecia y desde allí hacia Bulgaria, Serbia y Hungría.
Van en búsqueda de empleo y sobrevivencia. Son maltratados y es angustiosa su espera para que algunos países los recojan por ‘cuotas’. Son los mismos países que fueron a saquear, a matar, a colonizarlos y empobrecerlos.
Triste episodio de una globalización mundial neoliberal-financiera que busca únicamente utilidades máximas, a través de la expoliación a los pueblos, el saqueo de sus riquezas, la explotación de la mano de obra, el comercio desigual, el reparto de los mercados y la especulación financiera.
La globalización no respeta el derecho a la movilidad humana, igual suerte han corrido los latinoamericanos que han sido expulsados de sus países por la crisis económica, provocada por el sistema económico opresor y agravada por las políticas del FMI, derivadas de un endeudamiento externo agresivo.
Bien escribía José Saramago, portugués (1922-2010), premio Nobel de Literatura: “El desplazamiento del Sur al Norte es inevitable; no valdrán alambradas, muros ni deportaciones: vendrán por millones. Europa será conquistada por los hambrientos.
Vienen buscando lo que les robamos. No hay retorno para ellos, porque proceden de una hambruna de siglos y vienen rastreando el olor de la pitanza (ración de comida). El reparto está cada vez más cerca.
Las trompetas han empezado a sonar. El odio está servido y necesitaremos políticos que sepan estar a la altura de las circunstancias”.
En América ha ocurrido siempre algo parecido: controles, represión, muros y muerte; en medio de eso, trata de personas y narcotráfico. EE.UU. ha sido el campeón del maltrato a los migrantes. Ahora ha surgido, en la política, otro payaso buscador de votos en los sectores ultraderechistas; es el multimillonario Donald Trump, descendiente de alemanes y escoceses, el que aspira desde las filas republicanas a la presidencia de ese país y busca “hacer de América, grande otra vez”, difundiendo que el escollo es la inmigración; por tanto, su plan empieza por criticar la migración mexicana, ofreciendo exigir que ese país pague la construcción de muros en la frontera, y afirmando torpemente que desde México “están trayendo” drogas y crimen y que los mexicanos son violadores; ofrece también poner fin al derecho de ciudadanía de los niños nacidos en EE.UU. de padres inmigrantes. Calificó a los niños de “ilegales”. ¡Qué torpeza la de este gringo!
Todo esto se da en el marco de un mundo injusto, unipolar, donde prima el egoísmo y la insaciable sed de poder y de billetes de unos pocos países que en buena medida controlan el comercio, las finanzas y el poder bélico mundial, lo que convoca a redoblar la lucha de los países del Sur, por un mundo solidario y de paz. En América Latina la gran tarea es la construcción de la Celac y proponerse en firme la Patria Grande, como lo soñó Bolívar. (O)
