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El Telégrafo
 Pablo Salgado, escritor y periodista

El planeta es una cancha de fútbol

30 de mayo de 2014 - 00:00

El fútbol ha logrado lo que ningún otro deporte o espectáculo: concentrar -durante un mes- la atención del planeta. El fútbol es sueño, pasión y juego, pero también un ansiado espacio de poder y, por supuesto, un lucrativo negocio. La Copa del mundo es el más grande espectáculo del planeta.

Hace rato el fútbol perdió su inocencia. Al convertirse en un espectáculo de masas, los intereses creados, en ese gran espacio de poder, lo convirtieron en una representación mimética de la realidad. Atrás quedó la fantasía, aunque aún persisten jugadores talentosos que la reviven casi a escondidas. A través de la televisión, en 3D, ya no solo somos espectadores globales sino que nos convertimos en jugadores, aunque sea periféricos, como señala Eduardo Archette. Y también es un ritual del que ya no se puede prescindir, pues cada semana asistimos a los estadios, en muchos casos únicamente a través de la televisión, y vivamos ya no al equipo local, sino al Madrid, al Manchester o la Juventus. Un ritual que, poco a poco, ha reemplazado a la misa del domingo.

La FIFA, como sabemos, tiene más países afiliados que la propia ONU. Y controla todo. Es la mayor transnacional que ha logrado colocarse por encima de todas las legislaciones de los Estados nacionales. Y sus máximos dirigentes -globales y locales- gozan de la reelección indefinida, y sin que nadie se asuste ni proteste. Y quizá por ello también ha sido carcomida por la corrupción y los más impensados privilegios; si no, basta recordar a Joao Havelange, que reinó en la FIFA por 24 años y terminó juzgado y sentenciado, aunque luego fue recibió amnistía. Y ahora su hija, Joana, es la directora del Comité organizador del Mundial Brasil 2014.  Y no olvidemos que Lucho Chiriboga ya va por los 12 años, y aspira a un nuevo mandato de 4 años.

El fútbol es el deporte más visto en la televisión, y muy por detrás están la Fórmula 1 y el baloncesto, salvo en  Estados Unidos, en donde es cuarto, luego del béisbol, el fútbol americano y el baloncesto. Este deporte de multitudes genera negocios de todo tipo, pues no hay objeto o producto que se escape al fútbol. En la Unión Europea se calcula que el PIB vinculado al fútbol está en torno al 2,5%. Los equipos dejaron ya de ser simples clubes, hoy son lucrativas empresas, aunque en muchos casos se mantienen gracias a los mecenazgos de multimillonarios que invierten a fondo perdido, a cambio de prestigio personal, tal el caso del Chelsea inglés, que tiene como propietario a Román Abramóvich, quien posee una fortuna de más de 3 mil millones de dólares.

Según Forbes, las franquicias deportivas más importantes son el Real Madrid, 3.300 millones; Manchester United, con 3.165 millones; Barcelona, 2.600 millones, aunque en verdad la actividad deportiva más rentable es la NFL (fútbol americano). Por eso, para un gran número de brasileros, resultó obsceno y grosero que se inviertan más de 11 mil millones de dólares en escenarios deportivos cuando un gran porcentaje de su población vive en medio de la pobreza y la miseria. Y, seguro, no habrá seguridad que pueda aplacar ni ocultar el descontento popular.

En el resto del mundo, millones de personas olvidarán durante cuatro semanas sus más agudos problemas y vivirán, con alegrías y dolores, las incidencias de cada partido. Así, el planeta será una gran cancha de fútbol.

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