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El Telégrafo
Padre Pedro Pierre

El muro de la vergüenza

28 de mayo de 2014 - 00:00

No se trata del muro de Berlín sino del muro que construyó el Estado hebreo para atrincherarse en tierras palestinas invadidas. En su viaje a Jordania y Palestina, el papa Francisco se acercó a dicho muro para un momento de silencio y oración. Fue un acontecimiento inesperado y cargado de muchos sentidos. Mientras se busca derribar los muros y las barreras, el Estado de Israel edificó un muro de más de 700 km, mientras las construcciones ilegales de colonias judías en territorio palestino continúan.

Los palestinos y los judíos conforman la misma raza, la raza de Jesús, del mismo país: Palestina. La diferencia es que, con la llegada de Jesús, unos judíos se hicieron cristianos y, con la llegada de Mahoma, otros se hicieron musulmanes. Los judíos se quedaron con la primera parte de la Biblia que llamamos el Antiguo Testamento. ¿Cómo es que los judíos, hermanos de sangre de los palestinos, invadieron en 1947 la casa familiar después de casi 2.000 años de ausencia, desalojando a los palestinos, y continúan haciéndolo, por meros motivos religiosos e ideológicos de extrema derecha? Impiden que la ONU reconozca al Estado palestino que siempre ha tenido su pueblo presente en estas tierras. Desvían las aguas del río Jordán para regar sus tierras en desmedro de las áreas palestinas. Sabotean desde años las negociaciones de paz con los palestinos buscando siempre pretextos para retirarse de las mesas de negociaciones. Bombardean a diestra y siniestra la población palestina dejando muertos por montón desde más de 50 años de invasión.

Con su gesto, el papa Francisco pone el dedo en la llaga. Como decía Jesús: “¡Entienda quien quiere entender!”. Algún día caerá este muro de la vergüenza, tal y como cayeron las murallas de Jerusalén frente a los hombres y mujeres unidos en torno a Josué. Caerá como cayó el muro de Berlín este muro de la vergüenza declarado ilegal por la Corte Internacional de Justicia en 2004.

El Estado religioso de Israel no aprendió las lecciones: el proyecto de Dios no es propiedad de nadie, menos todavía de aquellos que lo quieren aprisionar en su interpretación fundamentalista.

Ojalá la visita y las palabras del papa Francisco fortalezcan los países y los innumerables grupos y asociaciones a favor de los palestinos, para que aumente la presión sobre Israel, a fin de que respete los derechos de los palestinos.

Que la próxima oración en el Vaticano, según la invitación del papa Francisco, se traduzca en una paz y una reconciliación duraderas.

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