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El Telégrafo
Efrén Guerrero

El mundo según el rock and roll: Navidad

21 de diciembre de 2023 - 09:42

Ustedes van a leer este texto en medio de la vorágine navideña. Las luces y la alegría de compartir la vida con quienes nos la hacen significativa y mejor se comparten con el estrés de una vida acelerada, el tráfico imposible y el deseo de contentar a todo el mundo. Detrás de las farolas, y de las excusas para pasar tiempo junto a la gente que te es supuestamente importante, también está la soledad y la desesperanza. En encuestas hechas en estos países, que sí creen que los datos sirven para tomar decisiones políticas útiles, más de la mitad de personas que están luchando contra una condición psicológica o psiquiátrica ven a la Navidad como un muro negro que hay que superar. De hecho, los años después de la pandemia, con una explosión de necesidad de contacto humano, han hecho más grave el problema.

Y, ¿saben una cosa? No les culpo. La Navidad es una época abrumadora, donde el recuerdo de ese buen hombre nacido en la actual Palestina hace 2023 ya se nota poco. Nos presionamos para tener una amplia agenda social y una expectativa altísima respecto a la gestión de la felicidad. Las tensiones familiares, la soledad, la añoranza de los seres queridos no hacen a esta época particularmente amable para aquellos que sufren. Además, está Ecuador, con su sombra ominosa del año más violento de su historia, donde la desesperanza, la corrupción y un reguero de sangre han hecho que la Muerte sea la única constante en todas nuestras jornadas.

En suma, creo que esta no es una Navidad feliz. La ausencia y la soledad interior se baten en duelo mortal con los mensajes y campañas publicitarias que tratan de mantener una "necesidad" o "deber" de estar forzosamente felices y en familia. Papá Noel y el Narco conviven en nuestras conversaciones y nuestras actividades. Este trastorno de nuestra emocionalidad es siempre corregido con otro mensaje que suele ser peor que la enfermedad: el de "la verdadera esencia de la temporada". Si para algunos el consumismo exacerbado es la norma, para otros es el positivismo tóxico, basado en sentimientos insuflados a fuerza como la gratitud, el amor y el perdón sin ningún cambio de conducta. Tratar de llenar de amor los corazones a precio rebajado, y con meses de gracia.

Creo que mi recomendación es asumir la época con realismo. Lamentablemente, es el momento en el año en que se notan mucho más las desigualdades entre la gente, y los vacíos que tenemos dentro. Te pone en perspectiva de que las personas que quieres a tu alrededor no son ni tan felices ni tan buenas. Y te obliga a recapacitar en eso. Creo que es una ecualización emocional generalizada, que es tan necesaria como traumática.

Y sobre eso, hay una pequeña joya de la música que la explica perfectamente. Tal vez mi canción favorita de Navidad de todos los tiempos. Érase una vez una banda de celta llamada The Pogues, que al mando del inolvidable Shane MacGowan, trasladaron sus recuerdos de Irlanda al sonido punk más callejero. Patriarcas de toda una raza, lograron empatar su sonido con todo un país y su historia. En 1987, y justo por estas fechas, sacaron un sencillo llamado "Fairytale of New York", sencillo principal de su álbum de estudio "If I Should Fall from Grace with God".

Esta canción habla de dos perdedores, Shane y Mary, que se conocen en un bar en un momento difícil de sus vidas, en vísperas de Navidad en la ciudad de Nueva York. El amor, la familia y la esperanza que se piensa en la primera estrofa se transforma en pérdida y dolor: Shane lucha contra el alcoholismo y Mary es una mujer de clase trabajadora que lucha por llegar a fin de mes, pero todavía encuentran la esperanza en el amor que comparten. Este tema se ha vuelto para miles un bálsamo potente para sobrevivir a este exceso de positivismo, y más bien pensar que esta es una celebración a la resiliencia frente a un mundo que te golpea y oprime. Tal vez el niño de Belén estaría orgulloso de nosotros si lo abordáramos así.

Después de una larga enfermedad y una vida al servicio de Irlanda y del punk, MacGowan murió en noviembre el pasado 30 de noviembre. Su última voluntad fue dejar 10.000 euros en la barra del bar The Thatched Cottage (la cabaña de paja). Entre los dolientes que bebieron en el pub desde las seis de la tarde hasta el amanecer, se encontraba la crema y nata de la música inglesa de los últimos 40 años. En la misa de cuerpo presente pasó algo hermoso: dos amigos de MacGowan, Glen Hansard y Lisa O'Neil, tocaron "Fairytale of New York" por última vez. Y en vez de llorar, la iglesia se puso a bailar, volviendo la congoja en esperanza.

Sueños rotos y promesas no cumplidas. Perdedores y frustraciones. Y de vez en cuando, una flecha de luz que atraviesa las tinieblas. Esa es la Navidad, una época que es la historia de nosotros, nuestros padres y nuestros amigos, que vemos en esta época un momento en que, como dice la canción, había una ciudad inmensa esperándonos, y ahora no queda nada.

De verdad, espero que la Navidad no les encuentre en un momento bajo. Quiero que sean muy felices. Y que ese rayo de luz también nos llegue a nosotros. Nos leemos pronto.

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