Ecuador, 28 de Abril de 2024
Ecuador Continental: 12:34
Ecuador Insular: 11:34
El Telégrafo
Werner Vásquez Von Schoettler

El miedo al vacío político

29 de septiembre de 2014 - 00:00

Es una recurrencia en el análisis político que cuando las posibilidades interpretativas llegan a un límite, declarar que lo analizado padece de un vacío político. Es decir, que se puede llegar a confundir el límite de las categorías de análisis que se usa con la “cosa” analizada. Se llega a pensar que el vacío es la ausencia de una fuerza hegemónica y como que los acontecimientos son producto aleatorio de fuerzas inidentificadas o identificadas pero que se mueven sin control o direccionamiento alguno. Pero los vacíos pueden ser lo opuesto, es decir, no la ausencia de, sino el exceso de; una sobreabundancia de discursos y narrativas que funcionan reactivamente tratando de superar la coyuntura y dar cuenta de las fuerzas estructurales. No es fácil diferenciar el llamado vacío político del vacío de poder; fácilmente se pueden confundir. La saturación es otra forma que puede tomar la apariencia de vacío; cuando bien puede ser un vaciamiento de unas prácticas por otras; o una resistencia a aceptar la derrota. Si se habla de vacío es obvio que el mismo es de corta duración, porque a corto plazo será llenado por las fuerzas estructurantes. Entonces, siempre vale la pena poner en cuestionamiento si lo que pasa es un vacío, un vaciamiento o una saturación o por último ninguna de esas, sino la limitación de las categorías que se usa o se insiste en usar para comprender lo que pasa con las fuerzas políticas. Si son las categorías las que encuentran un punto limitante lo recomendable, más que hablar, es reaprender a escuchar ya que así es posible ponerse a tono con los acontecimientos y sean o no las mismas categorías a usar, se podrá nuevamente intentar hacer los esfuerzos por narrar lo que sucede. Ahora, la acción política, el anclaje discursivo con los actores, bien puede demostrar que no hay vacío sino un redundancia enunciativa que tapona la visión. En cualquier caso hablar de vacío da cuenta de cierta impotencia o sentimiento de culpa grupal o remordimiento colectivo; y también da cuenta de un debilitamiento ideológico que por más que se insista con la política no alcanza a cubrir la ansiedad de entender lo que está pasando. Por eso el miedo es esa reacción de peligro frente a algo que todavía no identificamos qué es. El temor ya emerge cuando sabemos qué o quién nos amenaza. La cura ante esa frustración es el enfrentamiento posicionado, no el reactivo, sino el radical que no saldrá, por supuesto de las cabezas de las mentes más iluminadas, sino de ese trabajo de hormiga del militante cotidiano, convencido, decidido; amparado en que el pasado no debe volver pero que tampoco el futuro está asegurado; sino que solo el presente es el campo de disputa en todos los terrenos y que no es exclusividad de los hacedores de las políticas públicas y menos de los puristas, con rigidez cognitiva. Tampoco es lanzarse a una aventura de oponerse a todo y nada. Por eso los métodos de lucha social son métodos de interpretación; son estrategia y táctica: lógica de todo proceso de organización socialista.

Contenido externo patrocinado

Ecuador TV

En vivo

Pública FM

Noticias relacionadas

Social media