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El Telégrafo
Pablo Salgado Jácome

El insulto, la ofensa y la calumnia como arma política

05 de agosto de 2016 - 00:00

Cada día se lanza una andanada de insultos, groserías, injurias y calumnias contra el exvicepresidente Lenín Moreno. Las redes sociales, una vez más, se han convertido en una verdadera cloaca. Sin el más mínimo escrúpulo se miente. Sin ningún respeto se burlan -incluso- de su condición física. Insultos y ofensas que provienen de la oposición. Claro, se trata del candidato a vencer. Y para ello no importa romper todos los códigos de la ética, la responsabilidad  y la convivencia entre las personas.

Sorprende la virulencia de la mayoría de tuits y ‘memes’ que, en la mayoría de casos, se esconden en cuentas falsas y trolls. Obviamente, forman parte de una campaña gris planificada para hacer daño y restar credibilidad al candidato que, por Alianza PAIS, participaría en las próximas elecciones. Pero también sorprende que muchos tuits vengan de personas que ejercen el periodismo y, además, se autoproclaman ‘independientes’.

Es un derecho de todo ciudadano ecuatoriano exigir rendición de cuentas a todas las autoridades, funcionarios, servidores y personas que reciben dineros públicos. Y es obligación de toda autoridad, servidor o persona que recibe dinero público rendir cuentas de sus actos y responsabilidades. Sin duda, y no solo por principios y ética, sino porque así manda la ley. Pero otra cosa es insultar y calumniar. Y más, con absoluta mala fe.

Nada justifica la ofensa y la calumnia. Ni siquiera la campaña electoral. Existen principios que por ninguna razón deben violentarse. Una cosa es exigir rendición de cuentas y transparencia, pero otra cosa es insultar e injuriar.

Una campaña electoral que se sustente en el insulto grosero y soez es repudiable, y no le hace bien a la democracia. Una campaña electoral sin propuestas, sin proyectos alternativos y que solo pretenda volver a la vieja forma de hacer y entender la política -estoy seguro- será rechazada en las urnas. Es decir, tendrá el efecto contrario, en lugar de lograr adeptos, conseguirá rechazo.

El mismo rechazo que recibirán todos aquellos que, sin el más mínimo escrúpulo, buscan acomodarse con el mejor postor, olvidando no solo su militancia política, su ideología, sino su honestidad intelectual y humana. Sin vergüenza alguna, sin ningún rubor, se cambian de camiseta, situándose a los pies de quienes hasta hace poco eran sus enemigos irreconciliables.

Estamos recién en los albores de la campaña electoral y la oposición ha sido incapaz de presentar propuestas y alternativas serias que signifiquen en verdad una alternativa al modelo de gestión del Gobierno. Se trata solo de ‘denunciar’ y ‘atacar’ al presidente Correa y al precandidato Moreno.

Es decir, el concepto de la campaña de la oposición es hablar mal del Gobierno, como si eso le interesara a la gente de la calle, a los ecuatorianos que debemos ganarnos el pan de cada día. Por tanto, es necesario elevar el nivel del ejercicio de la política, pero también es necesario escuchar a la gente.

Debatamos, discutamos, exijamos, no con insultos y calumnias, sino con propuestas, ideas y argumentos. (O)

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