El pasado 21 de octubre la Sociedad Interamericana de Prensa emitió sus Conclusiones sobre el comportamiento de la libertad de prensa en el continente. Como era de esperarse nada le satisface a la SIP. Reconociendo que son condenables los intentos de asesinatos como las muertes de periodistas en algunos países; también es condenable el que la SIP pretenda imponer su lógica de lo que llama “comportamiento” de la libertad de prensa.
Ese comportamiento que exige no es más ni menos el de que impere una libertad exclusiva para un periodismo exclusivo de sus socios; por lo tanto, cualquier otra forma de periodismo que no esté dentro de su canon no es aceptado; peor aún cuando se trata de que los medios públicos y comunitarios tengan su espacio social y que el público acceda a otras formas de hacer periodismo y comunicación.
De esta forma la SIP se autoproclama en Tribunal de la Libertad en el continente: juez y parte; y está dispuesta a combatir a todo régimen político que no se ajuste o no ceda a sus pretensiones. Sin olvidar a sus socios nacionales ecuatorianos que hacen eco pretencioso de suponerse la esencia misma de la libertad y de rechazar que el periodismo como la comunicación es un servicio público; más aún cuando ha sido este ratificado por la Corte Constitucional; que para la SIP es “(…) parte de una burda censura, (…)”. Pero hay que entender que esas reacciones no vienen solas, sino que son parte de una estrategia que diseña y rediseña matrices de opinión y se asocia con las fuerzas tradicionalistas neoconservadoras: aquellas que andan repitiendo la teoría del gallinero.
Aquella de que es necesario mover las gallinas para ver la mierda que han dejado. Es decir, que hay que parar un proyecto de cambios y transformaciones; hay que desmontar el Estado de garantías y hacer otra Constitución para hacer viable el retorno del neoliberalismo en el país.
Es tan pobre la consistencia del discurso político que invocan incesantemente a su teoría del gallinero para avalar que ya es tiempo de que los banqueros regresen al poder; de que ya fueron castigados y que ahora que les ha ido bien con la dolarización, han aprendido las lecciones y que saben cómo gobernar.
Lo que se les olvida es que aún es necesario terminar de mover ese gallinero del sistema financiero y bancario, para entender hasta dónde llegó el mierdero de la crisis financiera de 1999: quiénes se beneficiaron, dónde están, dónde está el dinero robado y quiénes aún tienen que pagar sus condenas.
Entonces, la teoría del gallinero bien se puede aplicar a la SIP para poder ver sus entramados, sus redes, sus vínculos, sus relaciones multinacionales y transnacionales y así comprender sus ataques continuos contra las decisiones soberanas, democráticas que los pueblos eligen como gobiernos para sí mismos. No debemos olvidar los vínculos entre los sectores conservadores regionales con cierta prensa que funge de defensora del mito del libre mercado; enriqueciéndose con la venta de baratijas fetichistas. Un servicio público es un derecho de todos y en comunicación la fuente de democratización de la opinión pública.
