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El Telégrafo

El fútbol nacional desde una mirada particular

14 de marzo de 2012 - 00:00

El fútbol es el demiurgo de los pueblos. En sus adentros compendia la pasión y el poder. Es jolgorio y sentimiento de multitudes. Es espectáculo en donde se confunde la quimera y la practicidad. Es el ritual de guerreros atléticos tras del balón. Es la antesala de la gloria o el presagio del descalabro colectivo.

El fútbol es el deporte que deleita a través de la fiesta de las sensaciones y emociones humanas. Es sinónimo de fuerza, temple y vivacidad. Es la pelota rodando ante la admiración anónima. Es sacrilegio e irreverencia de masas.

Es aquel ineludible compromiso dominical. Es esencia y estética de vida.
Daniel Samper Pizano sugiere que “para saborear el fútbol se necesita una sensibilidad especial”. Por eso, considera que este juego “es mucho más que veintidós hombres y una pelota de cuero. Hay algo más que alegría en protagonistas y espectadores cuando se produce un buen pase, y hay mucho más que la felicidad pasajera de los dos puntos cuando revienta el gol de la victoria.

El fútbol es una fuerza que brota de la última víscera, de lo más hondo de la existencia, de las aguas oscuras del conflicto humano”.

Cabe añadir que el gol, esa pieza definitiva de éxtasis social, es la culminación del acto futbolístico, como diría Eduardo Galeano, el “orgasmo del fútbol”.

Con prolijidad estadística e ilustrativo enfoque, Wilmer Ambrossi Robles extrae de la retentiva de la memoria colectiva su trabajo denominado “Diez intentos y dos clasificaciones aleccionadores en una opinión”; artículos compilados a propósito de la participación de la selección ecuatoriana en las eliminatorias al Mundial de Fútbol, en sus diversas ediciones.

En este texto de amplio análisis se refrescan datos verídicos y hechos sobresalientes de la historia futbolística de nuestro país. Pero, además, se obtienen argumentaciones válidas y enjundiosas en torno a este fenómeno deportivo, las mismas que no resaltan -exclusivamente- a los jugadores como los únicos protagonistas, sino que también se alude a la corresponsabilidad que deben asumir los restantes actores sociales: dirigencia, prensa e hinchas.

Wilmer Ambrossi narra y, complementariamente, comenta con sagacidad los errores y vicios del fútbol local. Y, paralelamente, reconoce y propugna los aciertos y virtudes de la destreza que arrojan los practicantes de nuestro balompié. Entre sus criterios esenciales está la integración territorial que debe generar el fútbol, en perspectivas de desterrar ese mal endémico patrio: el regionalismo. A través de la emoción rutilante del gol, el Ecuador se cobija con la bandera tricolor, tal como se ha demostrado en la intervención de la selección en partidos amistosos y, con mayor febrilidad, en certámenes oficiales.

“Diez intentos y dos clasificaciones aleccionadores en una opinión” saldrá a la luz, próximamente, en la colección “Tierra adentro”, de la Casa de la Cultura Ecuatoriana.
Libro de sugerente lectura para quienes amamos al monarca de los dep

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