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El Telégrafo

El festín de las medallas

05 de julio de 2012

Ocurrió en la feliz época del febrescorderato. Mientras los sueños del capo se desvanecían entre humo de tabaco y vapores de vodka, una joven cuencana logró desatar la histeria colectiva con el anuncio de que tenía comunicación directa con la Madre de Jesucristo, y en prueba de ello conducía a las multitudes de creyentes a las frías montañas donde nacen los ríos de Cuenca, y sacudida por temblores y abrumada de éxtasis, decía comunicarse con Ella y Ella le hablaba -para que no dudasen los devotos- en un español más perfecto que el de la reina Sofía. Así surgió la leyenda (y el negocio) de la Virgen del Cajas.

El capo avaló la versión con su romería personalísima hacia el improvisado santuario, perseguido por los fantasmas de sus víctimas, los guerrilleros reales o supuestos levantados contra su despotismo. Le acompañaba “Don Gastón de las Medallas”, tío carnal de la visionaria y figura principal del Partido Social Cristiano en la capital azuaya. A parejas con la divina ocasión, el dichoso pariente mandó acuñar una medalla conmemorativa, que la vendió por incontables millares mientras la sobrina se desmayaba de emoción por el portento. No pasó mucho tiempo, ella dejó de ver visiones y el ilustre derechista entró en la picaresca morlaca, con derecho propio, por este festín de las medallas.

Ahora, lejos del Cajas y al pie del volcán Pichincha, ha surgido una saga de condecoraciones y medallas dirigida por la principal autoridad de la Casa de la Cultura Ecuatoriana y secundada por la inefable Comisión Política que desde hace más de dos años es el poder detrás del poder en la institución. Se trata, en este caso, de sucesivos episodios de entrega de pergaminos y medallas a distintas personalidades de la Casa de Carrión (“la Casa de Carrión y de Rodríguez”, dice Marcelo Valdospinos, candidato a la presidencia institucional con estos auspicios). Aclaremos un punto: las y los homenajeados tienen méritos suficientes para recibir toda clase de honores y distinciones.

Lo feo está en que los homenajeantes se acordaron de los agraciados en los últimos días de su mandato, y justo a las puertas de las elecciones de la Casa, y siempre acompañados del candidato continuista, con miras a promocionarlo. Y es que, en los últimos meses, tal promoción se ha convertido en tarea principalísima de quienes tienen la sartén por el mango. A ello se dedican ciertos movimientos de vehículos y viáticos, y a ello en parte la editorial de la Casa.

En este caso, basta ver lo sucedido con el Nº 79 de la revista La Casa, órgano de la entidad. La publicación está visiblemente dedicada a promover tal candidatura, con foto y entrevista del candidato a dos páginas, sin ninguna información adicional respecto del proceso eleccionario que vive la institución. Pura y simple propaganda electoral a favor del profesor Valdospinos.

Cosa tan notoria, que el Comité Nacional Electoral, con fecha 27 de junio, remitió el oficio Nº  17  al Dr. Marco Antonio Rodríguez, presidente de la CCE, por el cual le “solicita respetuosamente que la entrega y difusión de la mencionada revista se la realice una vez concluido el presente proceso electoral”. Solicitud, si no hipócrita, al menos completamente tardía, pues se la formula 15 días después de que la bendita revista se envió a todos los núcleos provinciales, en apreciables cantidades.

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