Los últimos eventos ocurridos en Moscú y Londres evidencian la paradójica esencia de las relaciones entre Estados. Recordemos: el exagente ruso-británico Sergéi Skripal y su hija Yulia son encontrados inconscientes en la banca de un centro comercial en Salisbury, al suroeste de Londres.
El policía que se acerca a socorrerles también sufre un aturdimiento. Analizadas muestras de su sangre, se encuentra rastro de una sustancia química, muy tóxica, desarrollada por la URSS en los años 70 y 80. En represalia, Reino Unido expulsa a 23 diplomáticos rusos; Rusia, para aparentar equidad, deporta a otros tantos diplomáticos británicos.
Como se puede ver en este episodio, las relaciones entre entes soberanos pueden darse en al menos dos niveles: uno, el del espionaje; otro, el de la diplomacia.
Despojado del aura romántica con que cine y literatura han querido rodearlo, el mundo de los espías es sórdido y despiadado. En el fondo, ellos (y ellas) no son sino peones del poder de las élites estatales, ejercido sin escrúpulo para debilitar la posición de otros protagonistas en el escenario político mundial (y fortalecer la suya propia).
Como todo peón en un damero, los espías son, por definición, descartables. Y lo son más si han sido desleales. Skripal había entregado al servicio secreto británico una lista de agentes rusos activos en varios países europeos. Su envenenamiento, entonces, no es solamente una revancha; es, sobre todo, una admonición a todo otro agente, un claro estímulo disuasorio.
El de la diplomacia es, en cambio, el nivel de la civilización. El principio básico de la reciprocidad inspira las medidas adoptadas de lado y lado: 23 de los míos por 23 de los tuyos.
¿Se trata tal vez de una mascarada para disimular la turbia realidad? Más bien parecería que los Estados de corte totalitario recurren más fácilmente a la violencia furtiva para conseguir sus objetivos políticos internacionales, mientras que en Estados democráticos ella está sujeta a límites y controles, privilegiando el recurso al Derecho Internacional. (O)
