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El Telégrafo

El Día de la Victoria

06 de mayo de 2013 - 00:00

El 9 de mayo de 1945 terminó la II Guerra Mundial, una conflagración que se desarrolló en lo fundamental en el frente soviético-alemán, donde se resquebrajó la espina dorsal de la Werhmacht, las Fuerzas Armadas de la Alemania nazi, la más poderosa fuerza militar de la historia y que solo conoció victorias cuando marchó a lo largo de Europa; fue en las entrañas de la Unión Soviética donde la Werhmacht fue destrozada.

El Plan Barbarrosa, desarrollado para ocupar la URSS hasta los Urales y que tenía las mismas características que tan buenos resultados le habían dado a Hitler, comenzó a las 4 horas  del 22 de junio de 1941, cuando Alemania ya se había apoderado de más de 6.500 centros industriales europeos y poseía dos veces y media más recursos que la Unión Soviética, pero fracasó cuando la Wehrmacht no pudo desfilar el 7 de noviembre de 1941 por la Plaza Roja de Moscú, tal cual lo había planificado, sino que lo hizo el Ejército soviético, para luego marchar al frente e infligirle la primera derrota. Sobre la batalla de Moscú, el general MacArthur escribió: “La envergadura y brillantez de este esfuerzo lo convierten en el logro militar más relevante de la historia”.

La batalla de Stalingrado, la más sangrienta de la historia, con más de tres millones de muertos, se prolongó desde el verano de 1942 hasta el 2 de febrero de 1943 y culminó con la victoria soviética. El general Guderian escribe en “Memorias de un soldado”: “Después de la catástrofe de Stalingrado... la situación se hizo bastante amenazadora, aun sin la intervención de las potencias occidentales”.

A partir de la batalla de Kursk, en la que, según Hitler, los alemanes “debían recuperar en el verano lo que habían perdido en el invierno”, la Werhmacht se quedó sin iniciativa y fue derrotada por los Aliados el 9 de mayo de 1945. Guderian escribió en el libro antes citado: “Sufrimos una derrota demoledora en Kursk... Como consecuencia de este fracaso, el frente oriental absorbió todas las fuerzas que estaban emplazadas en Francia”.

Luego de liberar a varios países del yugo nazi, las tropas soviéticas entraron en Berlín y el 1 de mayo de 1945 izaron la bandera de su país en el Reichstag. Una semana después, el 9 de mayo, las últimas tropas alemanas se rindieron en Praga ante el general Kóniev. Ese día terminó una contienda en la que fue destruida más del 30% de la riqueza de la URSS y en la que fallecieron 27 millones de soviéticos.

Tal vez la más importante lección para la actual generación es que la guerra hay que combatirla antes de que estalle.

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