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El Telégrafo
Esteban Ávila

El deporte, obligación estatal

01 de agosto de 2021 - 07:05

Es probable que, una vez terminado Tokio 2020, la discusión sobre el apoyo a los deportistas desaparezca del mapa. Ya encontraremos otra cosa para indignarnos, ocuparnos o debatir. Sin embargo, mientras eso sucede, vale la pena hacer precisiones que no deben pasar por alto.

La primera es que el deporte debe ser dirigido a partir de políticas estatales. La propia Constitución de la República, en su artículo 381, lo menciona y hasta precisa la obligación pública de aportar al ciclo olímpico. Mi amigo Ismael Quintana diría que es "poesía constitucional" y es cierto, nuestras leyes están llenas de aspiraciones y deseos. Sin embargo, tan expresa afirmación dentro de la Carta Magna es ineludible.
Por más que los liberales vernáculos o, mejor dicho, los aspirantes a serlo, en un ejercicio de ese radicalismo que ellos critican tanto en otros, digan abiertamente que el deporte "debe ser promovido por la empresa privada", es momento de hablar en serio y sin dar lugar a sectarismos y taras ideológicas.

El deporte no es una isla. Es parte integral de la identidad cultural y la educación de un país. ¿Sabrán, por ejemplo, estos extremistas que el Reino Unido invierte USD 50 millones al año exclusivamente en su ciclo olímpico? ¿Estarán al tanto que en los Estados Unidos la política deportiva se edifica a partir del sistema educativo, financiado por el presupuesto público? Pues si lo saben, lo omiten.

El impacto de la victoria de Richard Carapaz muestra que el deporte merece una política clara, transversal e inflexible por parte del sector público. El actual Ministerio tiene poco más de dos meses al frente de la cartera, tiempo en el que debió prestarle más atención a lo que el Comité Olímpico Ecuatoriano (COE) hacía en el ciclo rumbo a Tokio 2020. A la vista de todos está que la coordinación entre organismos no fue la mejor, lo prueban los desaguisados tan visibilizados.
El papel del COE está en evidencia. Incluso hasta ha carecido de respuesta ante la ola de denuncias y cuestionamientos. ¿Espera, acaso, que terminen los JJ. OO. para desvirtuarlo todo? Su silencio no le hace bien a este momento.

Ojalá el Ministerio no confunda la política clara que menciono con la intervención a favor de grupos afines, como sucedió en el pasado. Se vienen las elecciones en el COE y los nombres y movimientos previos marcan agendas relacionadas a sectores ya relacionados con la actividad y cuyos resultados, a la luz de la historia, no fueron los mejores.

Faltan tres años para los JJ.OO. de París 2024, antes se realizarán los Juegos Bolivarianos (Valledupar 2022), los Panamericanos (Santiago 2023) y otras competencias del ciclo. Nada de lo que está sucediendo valdrá la pena si, por ejemplo, volvemos a ver los indignos episodios de deportistas haciendo rifas para financiar sus prácticas, denuncias de directivos que viajan como entrenadores y un sinfín de prácticas informales tan expuestas estos días.

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