México fue el inventor de las telenovelas o “culebrones”, que en las últimas décadas se han convertido en un elemento cotidiano de la vida familiar en América Latina y otras regiones del mundo.
En vez de los viejos usos familiares (juegos, conversación, cuentos, rezo) que servían para reproducir la cultura tradicional, ahora la ocupación nocturna de las gentes se contrae a ver televisión y en especial telenovelas. Y el sistema, que sabe de lo suyo, aprovecha estos espacios para transmitir y reproducir su ideología, que de este modo, sin que la gente se dé cuenta, penetra en su espíritu y termina por convertirse en una mentalidad colectiva.
Naturalmente, la ideología de las telenovelas está contenida en sus tramas y personajes: los conflictos familiares, el enfrentamiento entre malos y buenos, la abnegación de las madres, los amores entre ricos herederos y pobres cenicientas, y, sobre todo, la ventaja social de la belleza, es decir, la importancia de ser guapo o guapa.
Ahora el mismo México acaba de inventar el complemento realista del imaginario de las telenovelas: el telepresidente. Con una dedicación digna de mejor causa, ese monstruo mediático llamado Televisa, al que luego se ha unido su supuesto rival TV Azteca, han construido y levantado un telecandidato llamado Enrique Peña Nieto, al que finalmente han impuesto como nuevo presidente de México.
Fue el movimiento juvenil “Yo soy 132” el primero que acusó a Peña Nieto de ser un “candidato prefabricado” por la cadena Televisa. Esto fue certificado por Liébano Sáenz, uno de los creativos de esa candidatura, que reveló los secretos del hechizo: “la estrategia fue vender a una estrella del rock: apuesto, joven, alegre, cálido, con muy buenas formas”.
Peña, afiliado al PRI desde los 18 años, comenzó como el heredero político de su tío Arturo Montiel, antiguo cacique priísta y gobernador del central Estado de México, cercano a la capital del país. Luego, tras la misteriosa muerte de su esposa, Peña volvió a casarse en 2010, siendo gobernador de ese Estado, con la guapa actriz de telenovelas y cantante Angélica Rivera, a quien la gente llama la “Gaviota”, por el personaje de su principal culebrón televisivo.
Se conocieron cuando ella promocionó la imagen de Peña para gobernador, parece que por encargo de Televisa. Y su matrimonio, realizado en Toluca con todas las galas de una telenovela, fue transmitido en vivo por esta televisora, como el punto de partida de su próxima candidatura presidencial, que luego sería orientada y publicitada por las dos grandes cadenas mexicanas de televisión.
Pero esta telenovela recién comienza. Habrá que ver qué hacen los “malos”, que en este caso son los narcos del norte y también los vecinos del norte. Y habrá que ver si basta con el apoyo de Televisa y de sus embobados espectadores para gobernar un país tan complejo y problematizado como el México de hoy.
