Antes de aparecer las nuevas tecnologías de la comunicación (celular, internet, etc.) el problema pedagógico de la educación se centraba en el autoritarismo del profesor y en que consideraba al estudiante como un recipiente que debía ser llenado con conocimientos y disposiciones disciplinarias; el estudiante consideraba a la institución educativa como un lugar donde no existía libertad.
La revolución actual de las nuevas tecnologías de la comunicación convierten al profesor y la educación tradicional en algo aburrido y anacrónico, divorciado de los intereses de los niños y jóvenes que desean llenar su vacío interior con algo que les dé sentido a sus vidas, lo que lamentablemente es manipulado y llenado por la propaganda consumista que les hace creer que mientras más caro es lo que tienen, más valen.
Los profesores urgentemente deben establecer puentes y conexiones consigo mismo, con los estudiantes, padres y con las autoridades educacionales. Los niños y jóvenes necesitan encontrar en las clases profesores alegres y, como señala Robert Fried, adultos “entusiastas, bondadosos, comprometidos, con suficientes conocimientos, pero siempre dispuestos a seguir aprendiendo”, eso es, con una auténtica pasión por aprender.
No pueden ser o convertirse en profesores con pasión por enseñar o aprender si se sienten frustrados, temerosos, abrumados con tareas burocráticas intrascendentes, exceso de alumnos y sin confianza para tomar iniciativas ni libertad interior para emprender tareas educativas dentro de la clase y fuera del plantel.
Los profesores, después de señalar el tema, tienen el deber y obligación de motivar y explicar a los niños y jóvenes su importancia y sus conexiones con otros temas, asignaturas y con la vida. Los estudiantes deben tener el derecho de saber por qué se va a enseñar el tema. Muchos problemas de la educación nacen en ese momento, cuando no se sabe la razón de ser de un tema, no le encuentran pie ni cabeza. El estudiante prefiere cortar su puente con el mundo exterior y encerrarse en sus pensamientos o en el mundo ‘mágico’ del celular.
Los profesores deben establecer puentes con las múltiples y personales formas de aprender que tiene cada estudiante. En el pasado, y peor en el presente, no funciona la única forma de enseñar y aprender para la diversidad de estudiantes. En este caso, la mayoría de los estudiantes preferirá sacar los celulares y engañarlos en diez mil formas. Los profesores deben conocer cómo conectarse con la diversidad de alumnos: visuales, auditivos, psicomotrices, cautelosos, sociales, impulsivos, soñadores, tímidos, autónomos, analíticos, sensibles y los que tienen miedo escénico.
Mientras los profesores no estén preparados para resolver los problemas señalados, entre otros, la autorización del celular en la clase será un desastre.
