Ecuador, 26 de Abril de 2024
Ecuador Continental: 12:34
Ecuador Insular: 11:34
El Telégrafo

El bandido de la luz roja

14 de marzo de 2013 - 00:00

Imagine que a usted lo amarran a la parte delantera de un auto. El carro arranca, ruge el motor, acelera y se dirige contra un muro, a cien kilómetros por hora. Cuando por el terror su corazón ya no puede latir, el auto frena con terrible chirrido de llantas. El muro queda a pocos centímetros de su nariz. Marcha atrás. Y se repite el tormento cinco, seis, más veces.

Más o menos eso le hicieron a un muchacho que, de niño, tenía que robar comida para su ayudar a su familia. Cuando cumplió los 27, a este hombre lo condenaron a la pena capital nueve veces, y se la suspendieron en ocho ocasiones. En una de ellas faltaban minutos para la aplicación. Al final lo mataron. Se llamaba Caryl Chessman.  

La historia empezó cuando una noche un delincuente llevaba en su auto una farola roja, intermitente, como la policía. Con esta trampa detuvo el carro de una chica a la que violó. Sin evidencias, Chessman fue detenido y acusado de todo robo, asalto y violación que había sin resolver en los últimos años. Lo condenaron a muerte. Ese día se declaró inocente y lo hizo hasta el último instante de su vida.

Chessman conoció el amor platónico tras las rejas. Una mujer decidió cuidar del padre de Chessman, hombre viejo y enfermo; pero el mismo Chessman le pidió a ella desaparecer de su vida. Los defensores de la pena de muerte amenazaron a la mujer y a sus pequeños hijos, nacidos de otro matrimonio.

El testamento de Chessman decía: “He sido ladrón, pero no rapté, violé o maté nunca a nadie. He solicitado, sin respuesta, durante 12 años, ser sometido al detector de mentiras y al suero de la verdad. Vivo en una sociedad que cree en algo estúpido, cruel y arcaico: la pena de muerte como solución”. No se entendió el asesinato de Chessman en  aquel entonces, y menos ahora. A su favor intervinieron Eleanor Rooselvet, Pablo Cassals, Ray Bradbury y hasta la UNESCO. El Gobernador de California, ferviente enemigo de la pena de muerte, no la conmutó. “Tengo demasiadas presiones”, dijo.

Sobre la hora pidió a su secretaria que llamara a la prisión para pedir un aplazamiento. La mujer marcó mal el número. En esos minutos de confusión y de retraso, Chessman fue asesinado por el Estado. Pero los tiempos cambian: En el 2001 Rubén Patterson, un jugador profesional de los Supersonics de la NBA, fue condenado por haber violado a la niñera de sus hijos. El jugador fue castigado con 5 partidos de suspensión en la NBA. Sus fans protestaron la medida. Días más tarde, cientos de cámaras inmortalizaron su sonrisa cuando firmó contrato por 40 millones de dólares. "Soy un gran tipo”, dijo, y los periodistas le pidieron autógrafos.

El ajedrez es poesía: se mata, se muere, pero sobreviven el asombro y la alegría por la inteligencia.  Aquí el blanco logra lo imposible:

14-03-13-deportes-tabla-de-ajedrez

Contenido externo patrocinado

Ecuador TV

En vivo

Pública FM

Noticias relacionadas

Social media