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El Telégrafo
Orlando Pérez, Director de El Telégrafo

¿Dónde colocamos la crítica?

06 de marzo de 2014 - 00:00

@OrlandoPerezEC

Estos días han sido prolíficos en la exigencia de autocrítica, crítica a mansalva y reflexión sesuda de lo ocurrido en los comicios últimos y sus efectos más notables. Y siendo necesaria en todo conglomerado, esa crítica debería también abundar en un reconocimiento real del rol de todos los actores sociales y políticos para consolidar la democracia y, sobre todo, el entendimiento de lo que en realidad queremos para nuestro presente y futuro.

Empecemos por el proyecto político en el poder: la crítica interna y externa, urgente y oportuna, es saber si efectivamente todo lo hecho hasta ahora consolida la perspectiva de un socialismo del Buen Vivir y, si es así, cómo articula sus postulados en cada una de las acciones políticas y gubernamentales, tanto del movimiento PAIS como de cada una de las carteras del Estado, sin dejar de lado la tarea de los municipios y  prefecturas.

Si no fuese así, y tan solo hubiere un capitalismo desarrollista y de bienestar, tampoco habría que criticarlo como errático sino como ese  paso necesario para criticar lo peor del capitalismo y sentar las bases (diría estructurales) para dar el salto a un socialismo propio y de hondo contenido democrático desde dónde transformar la realidad (incluida la cultura) y no solo la economía.

Por lo visto en la última campaña electoral, ese periodismo que se
precia de independiente no lo fue para nada.
Pero también hay que ser críticos con la derecha, sus prácticas, visiones e intereses. Sorprende (aunque a veces aburre) cómo determinados críticos ácidos del Gobierno se hacen de la vista gorda con los postulados de la derecha. ¿Han dicho algo del nivel político y de los ‘pensamientos’ del líder de la derecha, Jaime Nebot, que sostiene un discurso y unas prácticas intolerantes y hasta represivas?

En el bloque de la derecha (que sin recelo algunos periodistas y académicos se incluyen, aunque lo nieguen de cara a la gente) no hay una sola propuesta que reivindique un cambio de fondo en la economía, a favor de disminuir la pobreza o de dar un salto cualitativo en nuestra estructura productiva. ¿Esa misma derecha en bloque piensa en un acuerdo comercial con Europa para incrementar o recuperar sus ganancias o para generar otro modelo de desarrollo que no sea solo sustento de una élite económica sin romper la dependencia?

Y algo más: ¿el nivel de la crítica se reduce a lo que dice y hace el presidente Rafael Correa con la prensa? ¿O debemos pensar también la calidad del periodismo que enfoca como único problema del país al Presidente ecuatoriano? ¿Hasta dónde hay una verdadera autocrítica del periodismo nacional: sobre sus prácticas, sus contenidos, sus postulados, más allá de los lugares comunes de la independencia y la libertad? Por lo visto en la última campaña electoral,  ese periodismo que se precia de independiente no lo fue para nada. Al contrario, con su escasa crítica a los poderes económicos y a los actores de la derecha, reveló que no hay una sola reivindicación válida si lo que se hace con la mano se borra con la publicidad, el apoyo tácito y el eco vocinglero. Por lo pronto, si hay altura en la crítica, la prensa privada no es la más autorizada para eso.

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