Los llamamientos desesperados a la unidad y a la búsqueda del presidenciable único, de la oposición convertida en laberinto, como secuela de las diferentes posturas de sus integrantes, adoptadas por sus intereses electorales, se parecen a los disparos al aire, como para alertar y proclamarse, aparentemente, triunfalistas de la próxima contienda de 2017. Lo único destacado de las recientes fallidas citas y tertulias de añejos dirigentes de la extinta partidocracia es la inusitada movilización del burgomaestre porteño a la capital de la República, acompañado de adultos mayores del socialcristianismo y unos cuantos agregados, sospechosamente, para contrarrestar las idas y venidas del presidenciable de Creando Oportunidades, en su disputa por crecer e influir en la venidera jornada electoral, aunque es evidente el rechazo de la mayoría de los ecuatorianos que, reiteradamente, se pronuncia contra el pútrido sistema neoliberal y a evitar el regreso al pasado.
Según el Alcalde, en la reunión a puerta cerrada, se excluyen temas electorales; más bien se coordinan acciones para hacer frente a lo que él llama crisis económica y asumir la defensa de las libertades. El creador de una procaz frase célebre que no quiero repetir ahora dice: que no hay democracia en el país, sino control grosero de todas las funciones del Estado (Grosero significa: Basto, ordinario, tosco. Descortés, que no tiene educación.). La prensa privada, sus articulistas alineados con la oposición, líderes mediocres de la derecha y seudoizquierdistas, como no tienen argumentos para agredir al régimen de la Revolución Ciudadana y a su líder, Rafael Correa Delgado, retoman los temas trillados: que el país se encamina a la dictadura perpetua, el secuestro de la libertad de expresión, el crecimiento delictivo y que la democracia está en peligro de ser sepultada para siempre.
No es redundancia recordarles a los olvidadizos, los traidores, resentidos, grupos de indígenas desorientados y columnistas odiadores que en Ecuador rige una Constitución aprobada mediante referendo y que gobierna Rafael Correa, designado en elecciones libres. El líder es un auténtico demócrata, porque está convencido de que en su régimen la soberanía reside en el pueblo y que los organismos, producto del voto popular, respetan la libertad en toda su dimensión, aplican la justicia y protegen el orden constituido. La prensa comercial ya entró en campaña electoral ofreciendo espacio a políticos fracasados, dizque para fortalecer a la oposición e insistiendo en la urgencia de deponer los intereses individuales, en aras de la unidad y el presidenciable único. Como ejemplo, comenta la decisión de Jaime Nebot de no terciar en la elección presidencial y que su gestión en Quito es para tratar de recuperar terreno perdido y lograr representantes socialcristianos en la Asamblea; aunque hay corriente de grupos de la oposición que insisten en los gritos solitarios ‘Nebot, presidente’.
La realidad es que la oposición añora el festín neoliberal, la tesis del libre mercado en beneficio del gran capital, comprar materia prima barata y venderla, industrializada, sumamente cara. Nadie quiere volver al nefasto pasado, injusto, de pobreza extrema, de la banca usurera y el privilegio de una minoría rapaz.
A los incrédulos les decimos que la Revolución Socialista siglo XXI avanza con su proyecto que sintetiza la gran obra social, educación y salud gratuitas, planes viales, de vivienda, eliminación de la pobreza extrema, ayuda a miles de discapacitados, lucha permanente contra el narcotráfico y la delincuencia y afianzamiento de la soberanía, justicia, equidad e integración regional. El nuevo reto: prepararse para completar la segunda independencia y ampliar el adoctrinamiento de la nueva militancia de Alianza PAIS. (O)
