Se sabe que las revoluciones sufren interferencias y hasta acciones sangrientas por parte de las fuerzas retardatarias e imperiales, que pierden el poder político y son afectadas en la construcción de modelos soberanos, de equidad, justicia, democráticos, que buscan construir el socialismo, sobre la base de las realidades, demandas y prioridades nacionales.
En América Latina recordamos las agresiones en los últimos 50 años contra Cuba, que sufrió la invasión yanqui, en el gobierno de John F. Kennedy, el criminal bloqueo de EE.UU., condenado por la ONU; el derrocamiento de Salvador Allende, financiado por la CIA, que impuso al asesino Pinochet, previamente a una etapa de terror económico desatada por la burguesía chilena que saqueó Chile, sembró el caos y por fin asaltó el poder, asesinando a miles de patriotas. De por medio, se han dado contrarrevoluciones en República Dominicana, Nicaragua, Honduras, etc.
Ocurre en Venezuela. Desinformación, golpe de Estado en 2002, asesinatos, atracos, especulación, escasez, sabotaje petrolero. El terror económico y la corrupción de la clase empresarial parasitaria, que roba a todo el pueblo, es la estrategia de Washington, frente a las elecciones municipales próximas. Esto condujo a la Asamblea Nacional a aprobar la Ley Habilitante para darle al mandatario facultades de legislar por un año con decretos que tienen fuerza de ley, como en cuatro ocasiones las tuvo Hugo Chávez, y con el propósito de fijar márgenes máximos de ganancias en las cadenas productivas, control de divisas, importaciones y precios, combate a la escasez de productos básicos, etc.
Nadie duda de que Venezuela tiene grandes desafíos económicos y estructurales, pero allí arrecia la contrarrevolución interna y externa, que utiliza al doble perdedor Capriles, nuevo guardián del neoliberalismo. Nicolás Maduro, después de la muerte de Hugo Chávez, triunfó limpiamente, gracias a la organización del Partido Socialista, la lealtad de las FF.AA. bolivarianas y el apoyo de las masas que resisten la nueva agresión con formas de corrupción, atraco de divisas, especulación, escasez real o ficticia (acaparamiento), junto a la campaña de terror mediático, sabotajes y falsas posiciones teórico-académicas, como la de Heinz Dieterich, falsamente llamado por la contra venezolana “creador del socialismo del siglo XXI”, que se ha sumado al coro de la derecha internacional y de la rabiosa oposición interna.
Dieterich es alemán, radicado por décadas en México, profesor de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM). Lo conozco bien; ha venido a Ecuador varias veces como académico, lo hemos recibido en la Universidad y reconocido, cuando lo era, como un compañero; afirmo que de sus posiciones progresistas de antaño, devino en charlatán, petulante, calumniador, detractor del chavismo y cuasi vocero de la oposición empresarial. Ahora critica la guerra económica que libra Maduro y hace propuestas de mercado para combatir la inflación, esto es liberar el precio del dólar y las importaciones. Ya ni siquiera adorna sus argumentos con especulaciones teóricas, que Hugo Chávez las desechó en 2007, a pesar de haber escrito el libro Hugo Chávez y el Socialismo del Siglo XXI. La gran prensa lo reconoce como ‘filósofo’ y lo elogia cuando despotrica de Maduro y la revolución.
¡Al diablo con Dieterich! y sus confusiones políticas desde los ‘principios de equivalencia’, la cibernética y la mecánica cuántica. La revolución saldrá victoriosa.
