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El Telégrafo
Maria Paz Jervis

Desde el cuarto piso

28 de diciembre de 2020 - 00:00

Cada año en nuestro cumpleaños tenemos una sensación de renacer. Con cada nueva edad miramos lo vivido y soñamos en lo que vendrá. Es una sensación que a mi me encanta y me llena de ilusión.

Hoy cumplo 40 años, una edad que he esperado con mucha ilusión, probablemente porque este año ha sido muy difícil de transitar. El cambio de década me suena interesante, me abre las puertas a una nueva temporada de mi vida donde los sueños siguen siendo grandes, la gratitud infinita y las memorias ahora ya son muchas.

Me siento igual de fuerte y llena de energía que hace 20 años, les escuché a mis papás decirme siempre que cuando nos vemos al espejo no sentimos siempre la misma persona y que sólo son los años los que siguen pasando. A mi me causaba gracia escuchar eso pues yo los veía cambiar mucho de año en año.

Ahora soy yo la que está en ese lugar, al mirarme en el espejo, veo a la misma chica alegre y conversona que soñó siempre estudiar Derecho, convencida de que así se puede cambiar el mundo y que como abogada se puede aportar a construir un Ecuador más justo, solidario y equitativo. Una vida dedicada a este país donde nací y donde crecen mis hijos, el Ecuador que ellos se merecen.  

La única diferencia que veo en mi es que  ahora cargo una mochila más grande. Son más los años, son más las alegrías y también han sido más los golpes, pero sobre todo son más las responsabilidades.

Mirando atrás me reencuentro con aquella adolescente de los 90´s que no tenía miedo a nada, la mujer de ahora sí. Me genera mucha angustia el futuro del país al que no quiero abandonar y que con frecuencia nos empuja hacia nuevos lugares. Algunos lo llaman madurez, yo creo que lleva los nombres de mis dos hijos y de todos mis alumnos que pasaron por mi aula de clases y que llegaron a mi vida durante esta década para cambiar mi existencia y enseñarme que los sueños se superditan a su bienestar, felicidad y a su  futuro.

Este año, además, hemos aprendido a valorar lo que realmente importa, la salud cobra más importancia que antes y estar junto a nuestras familias.  En lo personal me siento muy afortunada y completa pero no por eso menos comprometida con los desafíos que enfrentaremos en el Ecuador en esta próxima década. Felicidades para quienes leen esta columna y los mejores deseos para el año 2021.

 


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