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El Telégrafo
Paúl Almeida. Secretario del PCE

Columnista invitada

Defender la democracia y consolidar el proceso

16 de septiembre de 2016 - 00:00

La Constitución de Montecristi es uno de los hitos más importantes de la historia de Ecuador. Ese documento recoge decenas de reivindicaciones por las cuales organizaciones políticas y sociales de izquierda habíamos luchado por décadas. La Constitución, entendida como el pacto social y marco jurídico de nuestro país, logró consagrar derechos como la gratuidad de la educación y la salud, el reconocimiento del Estado plurinacional o la inclusión de jóvenes, mujeres, pueblos y nacionalidades, del mismo modo, estableció mecanismos de participación e instrumentos para profundizar la democracia.

Los logros están a la vista: la recuperación de las capacidades del Estado y la institucionalidad, el incremento de las capacidades productivas de la patria, el desarrollo sostenible de los sectores estratégicos, la atención a la población más vulnerable, la transformación en educación ciencia y tecnología, las acciones afirmativas, el pago de la deuda social, la renegociación de la deuda externa, la postura soberana del país, la integración latinoamericana así como muchos otros avances deben destacarse.

La derecha y los sectores de oposición no han logrado desarrollar una alternativa política diferente y mucho menos una que pueda superar los postulados de la Revolución Ciudadana que se plantea como camino hacia una etapa de transición que construya el socialismo. El programa de la derecha es un programa en contra de la democracia que busca echar al tacho de la basura los logros de la Constitución para retornar al modelo neoliberal.

Está entonces en juego la democracia, pues aquellos que profesan con esa misma palabra la libertad y la riqueza, y que defienden las herencias, pretenden engañar al pueblo y trasladar el debate a las superficialidades, no han sido capaces de decirle a ese pueblo que solo defienden su libertad de hacer lo que les dé la gana y robar, no han sido capaces de decirle a ese pueblo que su riqueza ha sido obtenida a base de la explotación y la especulación y que sus herencias han sido acumuladas por no haber compartido las ganancias con sus trabajadores. Ellos quieren volver al país de la trampa, del sin sentido y del engaño.

El pueblo humilde y trabajador, así como las organizaciones sociales y políticas de izquierda y progresistas, tenemos el reto de defender lo ganado, de profundizar los cambios y garantizar un Gobierno revolucionario. No decimos que todo esté bien, pero debemos tener claro que es mucho lo que está en juego y es por ello que no hay posibilidad para dudar sobre el apoyo al binomio de la Revolución Ciudadana, el mismo que para continuar el proyecto y sostenerse deberá hacer una exhaustiva autocrítica, pues como decía Fidel, “revolución es cambiar todo lo que debe ser cambiado”.

El campo de batalla política será también la Asamblea. Debemos garantizar una mayoría revolucionaria y comprometida con el país y no con ningún interés particular, es por ello que el reto de las organizaciones con registro electoral es presentarle al pueblo los mejores cuadros: los leales, los críticos, los propositivos; pero, sobre todo, los leales. Aquellos capaces de defender en cualquier campo lo logrado. En ese sentido, el Partido Comunista Ecuatoriano (PCE) y decenas de militantes y organizaciones sociales han solicitado que se reconozca en el camarada Diego Vintimilla, uno de esos cuadros con capacidad de seguir aportando desde la Asamblea Nacional a la Revolución.

Hacia febrero de 2017 no solo debemos ganar las elecciones, debemos construir la unidad, defender la democracia, depurar el proceso. (O)

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