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El Telégrafo
Bernardo Sandoval

La debilidad de la fuerza pública

28 de junio de 2020 - 00:00

La posibilidad del convivir social armónico está determinada por las limitaciones que nos plantea la Ley.  Si bien es verdad el ser humano es gregario por naturaleza, también es cierto que, como cualquier animal, es capaz de atacar y destruir a los de su misma especie.  De no haber un sistema legal estructurado, que se fue desarrollando a partir de las civilizaciones de la Mesopotamia, en el mundo regiría esa ley de la naturaleza animal que llamamos eufemísticamente “la ley de la selva”.

Parte esencial de que la Ley opere es la Fuerza Pública, aquella que, por mandato legal dispone de los recursos de fuerza para ejercerla progresivamente para hacer cumplir lo que está señalado en las diferentes leyes.   En el análisis de la acción de la Fuerza Pública hemos podido, en pocos meses, contrastar realidades distintas.  Por un lado, presenciamos la muerte de George Floyd, ejecutada por parte de un oficial de policía de Minneápolis. Aquello fue denigrante e inaceptable y legítimamente produjo una convulsión nacional y mundial al demostrar ciertas policías son capaces de abusos descomunales en los que la fuerza se usa innecesaria, desproporcionada y sesgadamente.  Por otro lado, en octubre de 2019 vimos, en   Ecuador, con igual repulsión, la otra cara de la medalla.  Turbas violentas sometieron a la policía y al ejército, los maltrataron, los secuestraron, manosearon a las mujeres policías, las humillaron y desintegraron el principio de autoridad.  Recientemente hemos visto cómo la policía es maltratada por los delincuentes al punto de casi lincharlos; vimos como un desadaptado le dio un garrotazo en la cabeza a un policía que milagrosamente no falleció y en estas circunstancias, a lo sumo, la policía hace disparos al aire.

Las armas de fuego de la fuerza pública serán disuasivas solamente si empiezan a usarse, por supuesto, en las circunstancias apropiadas.  Si la Fuerza Pública no puede usar armas letales no tiene sentido su propio nombre.  La debilidad de la Fuerza Pública nos llevará paulatinamente a la “ley de la selva”.  Para los Defensores del Pueblo:  los derechos humanos de la gente de bien son tan respetables como los de los delincuentes. (O)

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