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El Telégrafo

De libros...

27 de noviembre de 2013 - 00:00

El primer libro que leí completo en mi vida fue la maravillosa novela de Mark Twain, Las aventuras de Tom Sawyer. Tenía ocho años, y lo que más me fascinó de esa aventura fue el hecho de vivir una historia personal mía, por una parte, y de poder vivir otra, totalmente diferente, por otra. Porque yo viví las aventuras de Tom Sawyer, una por una. Y las viví y las reviví todas las veces que pude. Amé esos personajes, ese libro que para otros niños o niñas parecía demasiado ‘gordo’.

Ahí empezó todo. Aunque había aprendido a leer unos cuantos años antes, era la primera vez que leía un libro completo, la primera vez que una narración me atrapaba de esa manera, no desde la voz de mi abuelita, mi papá o mis tías, sino desde las letras dibujadas en las páginas de un libro. Y ese encuentro primigenio me marcó para siempre.

Alguna vez el escritor y filósofo francés Jean-Paul Sartre afirmó, tajante y certero, que “si la literatura no es todo, la literatura no es nada”.Desde ese momento, muchos libros pasaron por mis manos, muchas historias me emocionaron, muchas palabras despertaron en mí intereses que hasta que me salieron al paso no tenía. Después de Tom  Sawyer, llegó La cabaña del tío Tom, y después una innumerable serie de textos que fueron perfilando mi afición por también contar historias y recrear mundos tal vez muy parecidos al mío propio, pero completamente diferentes en más de un sentido.

Con frecuencia encuentro por mi camino gente que no lee literatura. No me lo dice directamente, por cortesía, pero yo sé que lo considera una pérdida de tiempo. No leen novelas, dicen, porque les parece inútil, “pudiendo leer cosas reales, útiles…”. No quiero discrepar de plano con aquellos que lo afirman porque en el fondo tal vez no es tan importante, pero me da un poco de pena al pensar que tal vez no han alcanzado a mirarse en el espejo de las narraciones que los seres humanos hemos inventado desde los orígenes de nuestra toma de conciencia como poseedores de la fascinante herramienta de la imaginación.

Porque es cierto que en las novelas y los cuentos hay historias que tal vez no han ocurrido en la realidad concreta, pero es igual de cierto que en las novelas y los cuentos están, más o menos reales, más o menos simbólicas, aquellas historias que ocurren todos los días, a cada momento, en los intensos viajes que nuestras almas realizan sin que nuestro cuerpo se mueva de su sitio: alegrías, encuentros, desencuentros, duelos, búsquedas de sentido… Tal vez por eso, alguna vez el escritor y filósofo francés Jean-Paul Sartre afirmó, tajante y certero, que “si la literatura no es todo, la literatura no es nada”.

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