Esta es la película que propone la ministra de Defensa de Paraguay, María Liz García: una sala de espera contigua a la oficina donde se arengaría a la cúpula militar para detener el juicio político al presidente Lugo; espacio arreglado por el canciller venezolano Nicolás Maduro y el canciller ecuatoriano Ricardo Patiño.
La evidencia: en el 1:45 del video de seguridad en el cual se basa la ministra, entra el canciller Maduro. En el 1:50 entra el canciller Patiño acompañado por el embajador ecuatoriano Julio Prado. En el resto del video se verá un desfile de funcionarios, algunos militares uniformados, entradas y salidas y el movimiento habitual de un hall de despacho.
Esa es la información, cruda y descontextualizada que muestra la ministra García. Es la misma evidencia, en el mismo formato y estilo, que fue presentada por los adalides de la prensa independiente ecuatoriana.
En su amplio contexto, el video se muestra así: en el 1:38 entra la canciller colombiana Ángela Holguín. En el 1:42 entra el secretario general de la Unasur, Alí Rodríguez. En el 1:45 entra el canciller Maduro. En el 1:50 entra el canciller Patiño acompañado por el embajador ecuatoriano Julio Prado.
Momento. ¿Acaso Colombia también es parte de este complot de injerencia internacional? ¿Acaso dentro del mismo marco de pruebas para establecer la culpabilidad de Maduro y Patiño no entraría también Holguín como aliada y auspiciante de este embargo a la soberanía y debido proceso paraguayo?
¿Acaso no lo haría también Alí Rodríguez? ¿Acaso es tan descabellado pensar que cancilleres se reúnan en el marco de un atraco o destitución constitucional (como lo quieran ver)?
Pero, aparte de lo risible que resulta la prueba contextualizada y entendida en el marco adecuado, es interesante (y penoso), ver cómo hacemos eco de barbaridades sin establecer un mínimo de discreción y la investigación respectiva que debe acompañar a la labor periodística.
Esto, de manera absolutamente tendenciosa, tomando en cuenta que, si bien se usan frases como “según la ministra” o “en palabras de García”, no hay un estudio de la noticia o un análisis de las evidencias.
Entonces, no solo que los medios adoptan una postura política (lo cual estaría bien si no la encubrieran en un manto de hipocresía y objetividad), sino que, además, lo hacen maliciosamente y dejando de lado cualquier herramienta periodística de investigación que contextualice, o por lo menos que amplíe, la información. El fondo, evidentemente, no es la democracia en Paraguay.
